
Del libro: Conmigo al desnudo – Antología poética
Señora de los siglos
Nací mujer, me gusta serlo,
en mi fruto sediento hay golondrinas
que recorren la piel y me desatan
mientras la vida encorva sus pesares.
Yo no seré ese hilo arrodillado
que cose sus temores
en el atrio del pensamiento estéril,
ni aquella que oculta en los armarios
su llave libertaria.
Yo soy una mujer como otras tantas,
gobernante absoluta de mi paso rotundo,
señora de los siglos
con su herencia de flores
desafiando a la espina.
Mi fruto está maduro,
quiero verlo cosechando en los labios
la palabra y el verso y sus ventiscas.
Nací mujer, me gusta serlo.
Juegos de insomnio
Él recorrió los escondites
de mi cuerpo en ayuno
y se inmoló con fuegos de mentira
para encender mi verbo reprimido.
Nunca habló de su infierno personal
y yo no reclamé la cuna
de su origen excelso,
pero sé que fui otra
en la legión de pieles insensatas
cuando el placer poblaba los secretos
y los dejaba ir y venir
a sus antojos.
Él me venció en su juego de osadías,
yo me deje estrenar hasta el insomnio…
Renegados
Deja que los delitos duerman
sobre mi vientre altivo y renegado,
que bostecen sudores
en el ojo indefenso
del ombligo en vigilia
y despierten sonrojos
en mi cuerpo presagiado.
Deja que los deseos vuelen
como abejas inciertas
en colmenas propicias
y enmielen los contornos
de mi sexo
para ensayar prodigios,
que yo he de perdonar
sus desacatos
cuando la culpa muera
en mis olvidos diarios.
Presagios clandestinos
Yo caminé tu sexo
con mi lengua insolente
porque tu piel
me ofrece orgasmos
incesantes
que quiero saborear
hasta el cansancio.
El pecado me llama
y yo obedezco.
Comentarios