Luis Fernando Allen: Costa Rica, caso de éxito mundial
Está claro que debemos volver a la senda del crecimiento material pero solo lo haremos con el impulso de valores sólidos como: el esfuerzo, la perseverancia, la cohesión, el altruismo, la búsqueda de la excelencia, el reconocimiento del mérito, la honradez y el patriotismo.
Luis Fernando Allen Forbes, Economista y Administrador de Empresas
Los costarricenses estamos conscientes de la gran complejidad política que nos jugamos en las próximas elecciones. No obstante vemos políticos de partidos tradicionales postulándose, pese a que toda la pobreza, desempleo, rezago de infraestructura y malos manejos de las finanzas públicas ha sido su culpa.
Costa Rica busca un proyecto político para la renovación y el fortalecimiento de la vida democrática, con el objetivo de cohesionar al país, y conseguir la eficiencia del Estado, mejorar la calidad de las instituciones, garantizar la honradez de los responsables públicos e impulsar el crecimiento económico en beneficio de todos los ciudadanos.
Ninguno de los candidatos de los partidos políticos tiene la capacidad para diseñar y realizar las profundas reformas que necesitan tanto nuestro sistema institucional y jurídico como nuestro modelo productivo, es imprescindible que surjan nuevas opciones emanadas de la sociedad civil capaces de dar respuesta a la actual crisis estructural que atraviesa nuestro país.
Los costarricenses merecemos una vida que nos permita un permanente progreso material y moral. Muchos políticos solo nos han recetado pobreza, pobreza y más pobreza, claro asegurando el sustento de sus familias y amigos con los recursos públicos y los antivalores.
La Suiza centroamericana atraviesa una crisis múltiple y profunda de carácter sistémico que afecta su economía, sus instituciones, su unidad nacional y su moral colectiva. La indignación y el desaliento impulsan un olor de creciente pesimismo que inunda nuestra vida pública y ante la difícil encrucijada en la que nos encontramos, es necesario articular una respuesta ciudadana, limpia y vigorosa, que dé respuesta a las inquietudes y demandas del pueblo. Costa Rica debe ser percibida como un ejemplo a seguir y no como un problema a resolver
El descrédito de las cúpulas dirigentes de los partidos políticos tradicionales daña seriamente nuestras instituciones y deteriora peligrosamente nuestra democracia, y los sucesivos cambios de Gobierno no han modificado este decepcionante panorama, sino que lo han agravado y ya es hora de tomar medidas para remediar.
Costa Rica ha sido un caso de éxito y un país respetado que no debe su crecimiento a un enfoque meramente economicista. Está claro que debemos volver a la senda del crecimiento material pero solo lo haremos con el impulso de valores sólidos como: el esfuerzo, la perseverancia, la cohesión, el altruismo, la búsqueda de la excelencia, el reconocimiento del mérito, la honradez y el patriotismo.
Finalmente, nuestro sistema político debe impulsar la unidad nacional porque se ha tornado políticamente inmanejable y financieramente insostenible. En el terreno de la calidad de nuestra democracia, el Estado constitucional ha degenerado en Estado de partidos, deteriorando visiblemente la participación de los ciudadanos en los asuntos públicos y el control de los gobernantes por los gobernados.
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