Luis Paulino Vargas: Chaves, La Nación y la Sala Constitucional

Desde el punto de vista de su ideología económica, y de la teoría económica subyacente, entre el presidente Chaves y La Nación, no hay ninguna diferencia significativa. Son hermanos de sangre, ramas del mismo árbol. De hecho, el programa económico que Chaves viene impulsando es, en lo fundamental, el mismo que La Nación ha promovido a lo largo de muchos años. En ese particular, nunca ningún presidente fue tan complaciente con La Nación, como lo está siendo Chaves.

De muy distinta naturaleza eran los enfrentamientos que, hace muchos años, se escenificaban entre Pepe Figueres y Daniel Oduber con ese periódico. Lo que estaba en juego, eran cuestiones políticas de fondo. Y, por cierto, Oduber y Figueres siempre respetaron la libertad de La Nación para decir lo que quisiera decir. Lo suyo era un asunto de ideas, valores y aspiraciones, no una mezquina vendetta personal.

Esto último, y no otra cosa, es lo que subyace al affaire Parque Viva. Cerrarlo equivalía a asfixiar financieramente a La Nación. Chaves lo sabía perfectamente, y todo su proceder, atropellado y febril, claramente sugería que esa era su intención.

Todo fue hecho con una torpeza realmente dramática, sin disimulo ni sutileza alguna. Un perfecto mamarracho. Era cuestión de darle un leve empujoncito con el meñique, y el castillo de naipes se caía. De eso se encargó la Sala Constitucional.

La pelea con La Nación se juega en el terreno de las ideas. Por muchos, muchos años, desde las modestas tribunas a mi disposición, he dado esa pelea. Nadie me lo tiene que explicar.

Es necesario que alguien se lo explique a Chaves.