Luis Paulino Vargas: El zafarrancho CINDE

Detrás de Chaves se apuestan sectores del poder económico dispuestos a liarse a golpes y machetazos, con otros sectores poderosos, quizá de más tradición y abolengo, pero igualmente angurrientos.

Luis Paulino Vargas Solís, Economista (Ph.D.)

Lo único que toda esta ruidosa trifulca ha dejado en claro, es que se rompió el consenso de élites alrededor del proyecto neoliberal. Y se rompió, quizá de forma irreparable y, sin duda, con con-secuencias perdurables.

Es un consenso que ha regido por cerca de 40 años. Al menos desde 1984. En su fase inicial, hacia la segunda mitad de los ochenta, dio forma a procesos de liberalización financiera, impulso a la banca privada, apertura a las importaciones y desmantelamiento de la protección a la agricultura. Asimismo, quedaron ahí sentadas las bases iniciales del modelo de promoción de las exportaciones y atracción de inversiones extranjeras.

Al avanzar los noventa se impuso la total desregulación de los movimientos de capitales y se consolidó la apertura comercial mediante la adhesión al GATT y, luego, a la Organización Mundial de Comercio (OMC). Hubo avances en la liberalización financiera, pero no tanto como se deseaba, aunque la llamada Ley de Protección al Trabajador (febrero 2000) nos metió el Caballo de Troya de los regímenes de pensiones privados con carácter obligatorio.

A partir de la llegada de INTEL en 1997, el modelo dio un salto adelante: la atracción de corporaciones transnacionales pasó a ser su núcleo central. Con los diversos tratados comerciales, cu-yo culmen lo representó el TLC con Estados Unidos, se terminó de consolidar un régimen de privilegio a favor de la inversión extranjera.

Un dinamismo empobrecido, advertía, ya desde inicios de siglo, que el modelo empezaba a renquear. El auge especulativo de 2006-2007 enmascaró el problema, pero el impacto de la crisis mundial en 2009 lo desnudó al completo. De ahí para acá, el proyecto neoliberal acumula, uno sobre otro, síntomas de anquilosamiento, cada vez más agudos.

El empresariado costarricense quedó atrapado en un marasmo competitivo crónico, los ingresos de la gente se estancaron, el empleo fue catástrofe, el problema fiscal se perpetuó. Las zonas francas lucían sus esplendores, como una presencia fantasmagórica en territorio costarricense, completamente ajena a nuestra realidad. Las condiciones de vida de la gente de a pie tendió a deteriorarse, la paz social cada día más y más tensionada, y el sistema político, y la propia democracia, entraban en el territorio minado de la desconfianza y la deslegitimación.

El modelito se mostraba cada vez más esclerótico y, entonces, el consenso de élites que, con grilletes, lo mantenía amarrado, tendió a debilitarse, y, con el segundo gobierno PAC, quedó a un tris del colapso.

Con Chaves todos los diques se rompieron, y con el “zafarrancho CINDE” la correntada se volvió incontenible. Detrás de Chaves se apuestan sectores del poder económico dispuestos a liarse a golpes y machetazos, con otros sectores poderosos, quizá de más tradición y abolengo, pero igualmente angurrientos.

Aquí no se juega nada a favor de la gente de a pie. Es un pleito en las alturas del Olimpo.
Una crisis de grandes dimensiones, de la que pueden salir -ya están saliendo- cosas realmente monstruosas.

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