Luis Paulino Vargas: La trampa de los llamados “eurobonos”
Pero nada de eso se hizo. Lo verdad es que la economía viene siendo manejada como con “las patas”. Y, al día de hoy, no hay ni el más mínimo signo de cambio o mejoría.
Luis Paulino Vargas Solís, Economista (Ph.D.)
Un “eurobono” es simplemente un bono del gobierno que se emite en moneda extranjera (generalmente dólares) y se coloca en los mercados internacionales, recurriendo, como intermediario, a un gran banco o grupo de bancos.
¿Por qué el gobierno está tan interesado en que la Asamblea Legislativa le apruebe la emisión de eurobonos? Hay varias razones, pero la más inmediata es la siguiente: pronto vencerá un eurobono por $1.000 millones, y para los próximos años vencerán algunos otros. El gobierno viene entonces y nos dice: “si no me aprueban ese dinero ¿de dónde saco esos $1.000 millones?”.
Pero, un momentito, ¿de dónde proceden esos eurobonos que están venciendo? Básicamente de una emisión por $4.000 millones, que se aprobó en 2012 (gobierno de Laura Chinchilla) la cual se colocó a razón de $1.000 millones al año, entre 2012 y 2015.
¿Tiene razón el gobierno en lo que dice? Hasta cierto punto si, ya que no es fácil comprar los $1.000 millones en el mercado nacional, sin dar lugar a una fuerte alza del dólar.
Pero, por favor, no olvidemos un detalle: que el gobierno emita eurobonos equivale a entrar a jugar al casino financiero global. Nos hace vulnerables a los ataques de los especuladores profesionales, gente sin asco ni escrúpulos, atenta al más mínimo signo de debilidad de la economía costarricense, para atacarnos como fieras hambrientas. Y esto último no es ni metafórico ni exagerado: son realidades observadas incontables veces y ampliamente estudiadas.
Pero entonces resulta que, cada vez que emitimos un eurobono, quedamos atados: cuando venza uno habrá que emitir otro para refinanciarlo, y, entretanto, seguiremos haciendo equilibrios en la cuerda floja, bajo la mirada voraz e implacable de los especuladores.
¿Es eso inevitable? No necesariamente. Si al menos esos dólares se hubiesen utilizado como un elemento dentro de una estrategia general de políticas cuyo objetivo fuese elevar la productividad, y modernizar y diversificar la economía, a lo mejor tendríamos dólares sobrados para pagar sin tener que endeudarnos de nuevo.
Pero nada de eso se hizo. Lo verdad es que la economía viene siendo manejada como con “las patas”. Y, al día de hoy, no hay ni el más mínimo signo de cambio o mejoría.
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