Luis Paulino Vargas Solís: Ojo con la Caja
He ahí la verdadera semilla de la corrupción. Y corrupción a gran escala. Sin contrapesos ni controles, harán lo que les dé la gana, para favorecer a quién les den la gana.
Luis Paulino Vargas Solís, Economista (Ph.D.)
Con gesto colérico, y sin disimular el desprecio que siente, una y otra vez el presidente Chaves vocifera: “la Caja está quebrada”. No da razones, no brinda un solo dato en respaldo de su decir. Ni educa ni razona, tan solo ensucia la imagen de la Caja.
Al tiempo que eso afirma, elude decir nada sobre la monstruosa deuda que el Estado tiene con la Caja. Es fácil -pero sobre todo cobarde- atacarla diciendo que está “quebrada”, mientras incumple con sus responsabilidades como presidente de Costa Rica. Son nada menos que ₡2,6 millones de millones, pero aún si fuera la mitad de eso, es una cifra gigantesca y lo que corresponde -si tuviéramos un presidente de a de veras- es presentar un programa de pagos que permita cumplir con esa obligación.
Y, entretanto, comete toda clase de tropelías con la junta directiva de la institución, una cosa realmente siniestra frente a la cual el Estado de derecho y la institucionalidad nos están quedando en deuda ¿Cómo es que los tribunales no han sido capaces de pronunciarse respecto de algo tan manifiestamente retorcido y anómalo? No solo es decepcionante, sino muy peligroso, ya que esto abre compuertas para que se desborde la ofensiva autoritaria de Chaves.
Y, así, con una junta directiva de fantoches y maniquíes, le hacen el favorcito a uno de los miembros de la propia junta -el señor Torrealba- a quien literalmente le están “regalando” unos ₡80 millones que adeuda a la Caja. Todo lo cual recibe un estruendoso aplauso por parte del presidente ¿Y encima tiene la desfachatez de decir que la Caja está quebrada?
Y es esa misma junta de lambiscones y lamesuelas la que viene a suspender una cantidad grande de importantes proyectos de inversión, incluyendo los hospitales de Limón y Cartago y el EBAIS de mi barrio. Una acción imprudente e impulsiva, que traerá demoras gravísimas, quizá irrecuperables, y una sustancial elevación de costos. Y todo hecho según lo que es propio de este gobierno: un puro ejercicio de arbitrariedad, sin claridad ni transparencia, sin explicar nada.
Chaves ha dicho -y Esquivel lo repite con sumisa obediencia- que están combatiendo la corrupción en la Caja. Nunca aportaron ni una sola prueba, ni jamás presentaron demanda alguna ante las instancias correspondientes. En realidad, eso es solo parla hueca para justificar sus torerías.
Y ahora resulta que Marta Esquivel, presidenta de la Caja, asume también la gerencia general. Lo cual, sumado a lo que ocurre con la junta directiva, termina de redondear una brutal concentración de poder.
He ahí la verdadera semilla de la corrupción. Y corrupción a gran escala. Sin contrapesos ni controles, harán lo que les dé la gana, para favorecer a quién les den la gana.
Tenemos un presidente que odia profundamente a la Caja y la está dañando gravemente ¿Lo vamos a permitir?
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