Luis Paulino Vargas Solís. Economista (Ph.D.)La reacción del presidente Chaves frente a esta marcha del miércoles 29 de marzo, raya en lo histérico y visceral. Cuando, asimismo, la campaña de ataques y descalificaciones que sus seguidores han desatado, los desnuda al completo: está claro que juegan duro a favor de las ambiciones personalistas de su líder, sin mostrar ni un gramo de compromiso con Costa Rica, ni el más ínfimo aprecio por el legado histórico que, en su momento, dio razones para sentir orgullo de ser costarricenses.
Que, puestos en este contexto, resulta un asunto muy secundario los insultos que el presidente y su barra brava, dirigen contra las dirigencias sindicales, las universidades públicas o los partidos políticos que se unieron a la marcha. Aquí lo realmente importante es que, vilipendiar a los agricultores y agricultoras costarricenses y ofender su inteligencia y su independencia de criterio de la forma soez como lo han hecho, no le hace ni un rasguño a la dignidad de esos hombres y esas mujeres tan valientes, cuando, en realidad, simplemente pone al descubierto la triste catadura moral de quienes así se expresan.
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