Luis Rosero: Esperaríamos en diciembre un número controlable de casos de COVID-19
El Dr. Luis Rosero lanza proyecciones optimistas y llama a no bajar la guardia.
Luis Rosero Bixby.
Es el encargado de seguirle el pulso diario a la pandemia en Costa Rica.
Con sus reportes y simulaciones estadísticas contribuye a brindar insumos científicos para la toma de las mejores decisiones en las estrategias de contención del COVID-19.
Hablamos del investigador, profesor emérito y catedrático de la UCR, Dr. Luis Rosero Bixby, con quien colaboradores de La Revista conversamos sobre la situación general del coronavirus en el país y las proyecciones para el último trimestre del año.
Considerado el demógrafo más destacado en el país, Rosero estima que podría esperarse un descenso en la curva de contagios a partir del mes de octubre, siempre y cuando “no bajemos la guardia y sigamos aplicando todas las medidas”.
Lo anterior se extrae de los estudios semanales realizados por el Centro Centroamericano de la Población de la UCR (CCP) –del cual Rosero es fundador y exdirector-, en cuyo análisis del pasado 30 de setiembre se observa que la tasa R de contagio del SARS-CoV-2 se ubica en 0.96 con tendencia moderada a la baja (cuando es menor a 1 quiere decir que la propagación está en descenso).
De seguir así, es probable que en un mes los casos diarios bajen a 700 e incluso 500 en un escenario optimista. No obstante, el CCP aclara que el país sigue estando lejos de alcanzar niveles de incidencia y prevalencia que permitan una contención eficaz con rastreo y testeo.
A continuación, la entrevista en la que el Dr. Rosero se refiere a este y otros detalles relevantes sobre el comportamiento estadístico de la pandemia en nuestro país.
¿Cuál es su análisis de la situación actual?
¿Cómo la ve y qué proyecciones tiene de cara a los próximos meses?
Depende del punto de vista. Se puede decir que estamos en lo peor de la epidemia, en el pico máximo, lo cual también es bueno, porque lo que viene a continuación podría ser mejor. Ya hemos alcanzado el pico de 250 casos diarios por millón, ningún país de la región, excepto Chile y ahora Argentina, habían alcanzado ese nivel tan alto.
Esto es como cuando uno está subiendo la cuesta y de repente llega a la cima y siente ese alivio porque sabe que lo que viene es bajada. Eso no quiere decir que podemos bajar la guardia, tenemos que seguir con las medidas que han ayudado a reducir la tasa de contagio y, más bien, reforzarlas para bajar la curva y podamos así, llegar a las fiestas de diciembre con un número reducido y controlable de casos
Al inicio de la pandemia veníamos con cifras bastante favorables, pero después de Semana Santa, a raíz de algunos acontecimientos como la detección de focos de contagio en la Zona Note y en barrios populosos de la ciudad, el asunto se nos empezó a salir del control.
¿Qué fue lo que pasó en ese lapso?
Es difícil decirlo, pero hay cosas más o menos obvias que se empezaron a notar en mayo y que nos llevaron a perder el control. Una de ellas es que bajaron los rastreos. Los números son claros: al principio hacíamos 40 tests negativos por cada positivo, con un buen rastreo de contactos, lo cual, por razones que desconozco, empezó a bajar en mayo. Como resultado, en cuestión de mes y medio, estábamos como los países más deficientes de América Latina, apenas haciendo uno o dos tests por cada positivo. Perdimos de vista donde se estaba jugando la bola. En cambio, en Cuba y Uruguay, por ejemplo, no pasó lo mismo, ellos lograron mantener el nivel de testeos, pero a nosotros se nos desbordó.
Vemos que ahora hay un poco más de conciencia entre la población, sobre todo en lo relacionado al uso de la mascarilla que se ha incrementado en comercios y lugares de trabajo. ¿Esperaríamos que esto ayude para que a finales de año tengamos un descenso notable en la curva?
A finales de octubre, podríamos estar en alrededor de los 600 casos diarios y, de ser así, en diciembre podría bajar a 200 o 100, lo que es perfectamente controlable y trazable. Para ello debemos seguir con las medidas sanitarias básicas como no hacer eventos masivos, guardar el distanciamiento, lavarse las manos y utilizar la mascarilla. Aprovecho para felicitarlos por la iniciativa de La Revista de donar mascarillas, eso será algo de gran impacto y muy importante porque es parte del mensaje que debemos transmitir. Este es un asunto que va para largo, no podemos pensar que en dos semanas o el próximo mes ya nos vamos a olvidar de todo. Mientras no haya vacuna y esté inmunizada el 50 por ciento de la población, debemos seguir acatando todas las medidas.
¿Cree que se pueda estar dando una inmunidad de rebaño en zonas como Pavas?
Puede ser una suerte de inmunidad de rebaño, si algo se ha demostrado es que eso es muy relativo e intervienen no solo factores biológicos, sino también sociales. Pareciera que se alcanza en ciertos grupos sociales, provocando un pico y luego baja la curva. Pero es algo restringido a ciertos grupos y en Pavas lo estamos viendo con una posible inmunidad del orden del 50%.
Sería interesante hacer un estudio serológico –permite comprobar la presencia de anticuerpos en la sangre- que nos diría muchas cosas, como cuántos asintomáticos hay por cada persona con síntomas; esta es una relación clave para todos los análisis y sería oportuno obtenerla de estudios científicos.
Para nadie es un secreto que las epidemias masivas van a continuar. Es muy común que cada vez que las personas viajen se enfermen. Pareciera que estas normas deberían empezar a considerarse de manera permanente…
Probablemente vamos a tener que viajar menos, yo personalmente estoy quitado a subirme a un avión y lo estaré hasta que me muera. Sabemos que es meterse en un tubo donde todo puede pasar. A lo largo de mi carrera, yo tenía que salir del país al menos una vez al mes y con gran frecuencia me enfermaba y así como yo muchas otras personas contraen infecciones respiratorias o estomacales, es algo terrible y ojalá después de esto, la situación mejore y se tomen medidas al respecto.
¿Qué nos puede decir con respecto a las vacunas? Es motivo de alegría que ya muchas estén avanzando, sin embargo, no podemos dejar de lado los efectos secundarios que podrían provocar y aparte de eso que se está convirtiendo en un tema político.
De acuerdo a la experiencia histórica, me sorprendería mucho que tengamos una vacuna a principios del año entrante. La vacuna que más rápido se desarrolló tardó siete años; sería un súper record que en un año la tengamos. No lo descarto porque la ciencia avanza muy rápido pero no soy tan optimista y creo que puede tardar un poco más. No queremos tener una vacuna que no sea segura.
El otro tema preocupante es el eventual colapso del sistema de salud. Según los reportes de la CCSS, prácticamente la mitad de las camas se utilizan para pacientes COVID, lo que deja muy pocas disponibles para atender otras enfermedades. Si bien los casos están disminuyendo, la realidad es que el impacto en el sistema es muy alto a nivel de pacientes internados y en Cuidados Intensivos.
¿Hasta dónde vamos a poder soportarlo?
Todo el tiempo estamos haciendo proyecciones a corto plazo (a un mes). Las que hacíamos hace tres semanas nos indicaban que en un mes íbamos a llegar a ocupar 400 camas en Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) que sobrepasaría el límite de 356 que tiene la CCSS. Incluso esta era la proyección que manejaban las autoridades, lo cual dejaba entrever la posibilidad de un colapso. Lo que hemos visto en las últimas semanas, a raíz de que ya estamos en el pico y que la tasa R –el indicador utilizado para dar seguimiento a la dinámica y velocidad con la que se mueve la pandemia- está en uno, con tendencia a la baja, es que hemos llegado a una cúspide y, a mediados de octubre, no vamos a pasar de 300 camas UCI ocupadas, con unas 800 personas hospitalizadas. Eso es lo que nos dicen las proyecciones, los números sugieren que no se va a presentar ese desborde y empezará a presentarse una disminución en la demanda, lo que vendría a significar un alivio para el sistema.
Nos podría brindar más números o estadísticas sobre el panorama que nos espera en el último trimestre del año y la evolución de los casos y posibles fallecimientos.
Según las proyecciones del Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud (IHME) -centro de investigación independiente de la Universidad de Washington-, el pico de la pandemia en Costa Rica se alcanzaría a principios de diciembre con 35 mil infecciones por día y que en ese momento estaríamos con 7 mil fallecimientos acumulados. Esta fue una proyección del mes pasado, dejando claro que con un martillazo fuerte a finales de octubre podría reducirse a la mitad, aunque siempre estaríamos hablando de miles de fallecimientos y varios miles de casos diarios.
Por lo que estamos observando, afortunadamente tenemos una proyección más benigna, basada en la trayectoria de la tasa de reproducción R que apunta a estar por debajo de uno, lo que quiere decir que la propagación del virus está bajando. Con ese parámetro de entrada, hemos hecho proyecciones, esperando que en un mes podamos estar con menos de mil casos diarios (alrededor de 700 casos), al mes siguiente con 300 o a lo sumo 500, para así llegar a diciembre con un número controlable a través de testeo, por el orden de los 200 o 100. En cuanto a fallecimientos, la curva aumentaría y es posible que lleguemos a unos 2 mil, lo que significaría un aumento de la mortalidad en un 10% en el 2020, una cifra muy alta y que tiene un gran impacto, a pesar de que la proyección general es más benigna. Aclaro que estas son proyecciones que pueden cambiar, si la población se descuida puede haber un repunte, es importante seguir comunicado e insistiendo en el mensaje de que todos debemos de cuidarnos.
- Álvaro Salas / Médico y colaborador de La Revista
- Eugenio Herrera / Editor
- José Ricardo Carballo / Periodista codirector
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