María Laura Arias Echandi (PhD.) Microbióloga, investigadora, catedrática, Científica destacada del 2018 y Vicerrectora de Investigación de la Universidad de Costa Rica.
El recién negociado FEES por parte de las universidades públicas y el gobierno volvió a sacar una serie de demonios relacionados con la investigación realizada en éstas, así como al “derroche de fondos públicos” que, según muchas personas, se realiza. También, volvió a sacar el satanismo de los salarios que se ganan en las universidades donde, por cierto, circula una versión muy vieja de los mejores salarios… de hecho, de las 14 primeras posiciones publicadas, ya 10 se pensionaron.
Volviendo al tema inicial… ¿Cuál ha sido el pecado de la investigación en Costa Rica? O más específicamente cuál ha sido el pecado en las universidades públicas, ya que son éstas las que generan más del 90% de la investigación en Costa Rica?
Me imagino que una primera rápida respuesta, por parte de una importante parte de costarricenses que talvez no conocen bien la producción de las universidades, será que derrochamos fondos, y que no hacemos nada. Pero no, ese no es ni el pecado ni la realidad.
El pecado que hemos cometido es que no hemos difundido, o mejor dicho, cacareado, lo mucho que hacemos hacia nuestra sociedad. Nos hemos limitado a una difusión en revistas científicas (lo cual debemos de continuar haciendo ya que es lo que nos posiciona en los rankings mundiales) pero hemos olvidado la difusión y divulgación hacia la sociedad, hacia los costarricenses que no andan buscando artículos científicos específicos, hacia los costarricenses que no tiene por qué entender mucha de la jerga científica y endogámica que caracteriza a los diferentes grupos de investigación y sus respectivas publicaciones.
¿Y con base en qué digo esto?
Si se toma en cuenta que sólo la Universidad de Costa cuenta con 38 centros de investigación, 13 institutos de investigación, 18 fincas, jardines y reservas, 4 estaciones experimentales, y que en los últimos cinco años tuvo más de 3500 proyectos de investigación inscritos, y que registra en su repositorio institucional Kerwá, para los mismos años, más de 5872 artículos científicos, más de 3960 tesis de grado y 2751 de maestría, 1089 informes técnicos, 636 libros, 582 capítulos de libro, 107 tesis doctorales, entre otros (datos obtenidos únicamente del Repositorio Institucional Kerwá en el mes de agosto 2022), puedo afirmar, contundentemente, que tenemos una producción riquísima, en la que no se desperdicia ni un centavo del presupuesto, pero en la que nos hizo falta hacer una devolución asertiva a la sociedad en general.
¿Y qué vamos a hacer al respecto?
Debemos, como universidades productoras de investigación, innovación y emprendimiento, hacer un cambio en nuestra política de difusión del conocimiento. Además de continuar con el enriquecimiento de la ciencia a través de publicaciones científicas en revistas de alto impacto, tenemos la obligación inmediata de hacer llegar a la sociedad este conocimiento generado o bien mejorar las formas en que lo hacemos. Puede ser a través de capacitaciones, de intervenciones sociales, de la participación y acompañamiento en la toma de decisiones y en el tejido socio productivo del país, lo cual llevará a tan necesaria reactivación económica, u otras, de tal forma que la sociedad realice y reconozca los enormes aportes generados por la investigación que se lleva a cabo en las universidades públicas a su diario vivir. Reconocer el aporte de las universidades en la papaya dulce que se consume en el desayuno, en la facilidad que se tiene hoy día en la búsqueda y agenda de citas con médicos especialistas, en la detección temprana del cáncer, en el seguimiento de resultados obtenidos a partir de encuestas, incluyendo las de intención de votos, en la detección de focos de contaminación microbiológica y química de aguas de consumo, en la generación de alimentos novedosos y de alta calidad para animales de consumo, en fin, podría seguir enumerando páginas de aportes que se han dado a través de los años gracias a la investigación y que definitivamente, han impactado la vida del costarricense.
También, como universidades, debemos ser más estrictos en ejecutar políticas de difusión que lleguen a todos los rincones de nuestro país, esto no solo permitirá una proyección más positiva de nuestro diario quehacer, si no que también significará importantes impactos en campos como la economía, producción agrícola, salud, educación, ciberseguridad, entre otros.
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