Mariamalia Sotela Borrasé.
Piel de helecho
Tienes un territorio nocturno
pequeño como el mío.
Espérame a que llegue
en el canto de los grillos
cuando la luna cambie
su velamen de nubes.
Déjame entonces mostrarte mi piel de helecho
y todo lo que puede
suceder
dentro de una gota de agua tibia.
Tengo un beso
Tengo un beso
dormido
en mi mano
Es un beso pequeño
y cansado
Parece un trocito
de niebla y de labio.
Me corono de palabras
Sola de tanta ausente compañía
Sola en la soledad quebrada de la noche
Sola en esta y tantas noches de tejas y luciérnagas
bajas como estrellas olvidadas…
Recojo mis pedazos
como si fuesen cuentas de colores.
Me corono de palabras.
Se me olvidó decir
Se me olvidó
decir
traje para ti el recuerdo de la ola más transparente
o al menos la que más me acarició
También olvidé
apuntar en mi mano
la forma del arco de tus ojos
Se me olvidó
sentir
tu cercanía de abeto litoral o de niño cercado
jugando al escondite.
También olvidé
apuntar en mis rodillas
el abrazo redondo de tus manos.
Se me olvidó
asomarme por tus ojos a tus olvidos y a tus juegos
y dejarte ver algo de los míos.
Todo se me olvidó.
incluso decirte que yo
todo lo olvido.
Tortura
Reclamamos la paz
la amarramos a un tronco
la ruborizamos
la escupimos
y luego la dejamos ir
para reclamarla
otra vez.
María la conserje
Decir María
la conserje
es mucho menos
que decir solamente
María.
Porque decir
María la conserje es decir
María la que me abre la puerta y sonríe obligatoriamente
todas las mañanas desde la estancia pequeña de su mundo alquilado.
Pero decir María
solamente
es abrir un nombre como una flor
Es María la que abre la puerta de su casa y mira con todos sus ojos
la estancia íntima y sueña con no abrir más puertas ajenas.
Por eso yo digo que
decir María la conserje
así con adjetivo
es mucho menos que decir
María a secas
María a lágrimas
María a historias de niñez
María a sueños truncados por puertas de ascensor.
Decir María la conserje es quitarle a María su nombre y cambiarlo
por un manojo de llaves que abren las puertas de todos los vecinos pero no la propia.
Decir sólo María
es algo mucho más completo, pienso,
que decir
María la conserje
la que cuida las plantas de la entrada y mira
por el ojo de la cerradura quién entró a deshoras ese día.
María, no olvides
tu misma
que decir María es mucho más
que decir, así completo,
María la conserje.
Si no te quitaran tu casa te diría
festejemos, vayamos a la playa
olvida la puerta del ascensor y el cobrador.
Hoy vas a recordar que tu nombre no es
María la conserje.
Tú te llamas más.
Te llamas María
solamente.
Memoria del Desencuentro
Poesía, Editorial Costa Rica, 1981, Costa Rica
Este poemario recoge experiencias anímicas y estéticas de sus años en Barcelona, en la antigua Unión Soviética, en Caracas Venezuela y otras latitudes. Fue publicado por la Editorial Costa Rica, editorial estatal de prestigio, con un tiraje de 2000 ejemplares. Se divide en tres capítulos: Piel de helecho; Memoria del desencuentro; e Ironía de la indignación. Está dedicado “al reencuentro”.
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