Mauricio Ramírez: China y la globalización

Así las cosas, la globalización bajo esta nueva perspectiva se convierte en un mecanismo pragmático y no ideológico para unir países, respetar el orden internacional y la independencia de cada pueblo. Para avanzar en esto se requiere también una estrategia global de seguridad con enfoque integral, algo con lo cual este país no se queda atrás y con la coherencia respectiva, presentó al mundo su Iniciativa de Seguridad Global.

Mauricio Ramírez Núñez, Académico.

El que China apoye la globalización y el libre comercio es visto por dogmáticos enmarcados en la extinta Guerra Fría como una contradicción inaceptable. Como diría el filósofo marxista italiano y poco conocido, Antonio Labriola, eso no es más que puro verbalismo academicista: “pero en este más que en cualquier otro, no es pequeño impedimento, antes vuélvase fastidioso estorbo, aquel vicio de las mentes adoctrinadas solamente con los medios literarios de la cultura que suelen llamarse verbalismo. Esta mala costumbre se insinúa y se extiende por todos los campos del saber; pero en los tratados que se refieren al llamado mundo moral, al complejo histórico-social, sucede a menudo que el culto y el imperio de las palabras llegan a corroeros y a apagaros el sentido vivo y real de las cosas”.

Este pensador entendía el marxismo como una verdadera teoría crítica en el sentido de que jamás puede dictar verdades eternas, y por el contrario, siempre estaría dispuesta a desechar las propias convicciones si la realidad muestra algo diferente u opuesto. El marxismo como una filosofía de la praxis, como verdadera ciencia social. Así también lo entendieron grandes de este país como el benemérito, Manuel Mora Valverde, y parece que así de claro lo está llevando a cabo en la práctica la República Popular China en el siglo XXI y en plena revolución digital.

Pero veamos con ojo realmente crítico algunas razones por las cuales China respalda el libre comercio en el mundo de hoy. El año pasado el presidente Xi Jinping presentó al mundo la Iniciativa de Desarrollo Global para los pueblos, una propuesta sólida para avanzar en la consolidación de la agenda 2030 y los ODS de las Naciones unidas, así como en la construcción de un futuro compartido donde ningún país se quede atrás.

Entre las ideas más destacadas de dicha iniciativa se encuentra la lucha contra el cambio climático, el fortalecimiento de la cooperación incondicionada entre países, y el crecimiento económico con criterios de justicia social e inclusión. Recordemos la metáfora del presidente Xi Jinping, al referirse a la crítica situación global en la que nos encontramos actualmente: “Los países de todo el mundo son como pasajeros a bordo del mismo barco, la idea de arrojar a alguno por la borda no es aceptable”, dejando en evidencia la voluntad de este país para no excluir por ningún tipo de razón a nadie.

La búsqueda de acuerdos mínimos para trabajar por la paz y la unión en un mundo tan diverso y complejo ya no pasa por condicionar a quienes son diferentes a nosotros para sentarnos en la mesa a negociar con ellos, esa es la dinámica del viejo hegemonismo occidental y se encuentra en cuidados intensivos. Imponer modelos de democracia ya no es de recibo para una gran parte del mundo que ha visto los resultados prácticos de esas ideas a lo largo de los últimos años. Por esta razón, esos acuerdos mínimos hoy se encuentran en el comercio y el mercado, en los negocios internacionales y el intercambio comercial entre las naciones del mundo. La era de las alianzas ideológicas se acabó y quienes practican eso están destinados al fracaso, algo evidenciado con el actual conflicto en Ucrania.

Este es el motivo por la cual podemos afirmar con contundencia que la geopolítica está por encima de lo ideológico, y junto con el comercio internacional con sus respectivos intereses, domina con pragmatismo el ámbito de las relaciones internacionales. En ese nuevo escenario global, no hay un solo país que no quiera ser parte de los beneficios del desarrollo, sean de derecha, izquierda, centro, el comercio trabaja con reglas objetivas para todos por igual y es el instrumento más adecuado para consolidar acuerdos que garanticen la paz. Todo intento por querer entrometerse en los asuntos políticos internos de otros países, utilizar la economía como arma de guerra, imponer visiones culturales, ideológicas, provocar desestabilizaciones u otro tipo de actividades contrarias al respeto del derecho internacional y la soberanía de los pueblos, son por ende, razones generadoras de conflictos e inestabilidad. Esto lo presenciamos hoy en diversas partes del mundo.

Es contra ese viejo sentido que China respalda y apoya el verdadero multilateralismo y la integración del mundo, esa es la base mínima impuesta por la realidad, eso sí nos une a todos: el comercio y los negocios. No en vano hablan de una globalización real, justa e inclusiva. La globalización como pretexto ideológico para el despojo de los pueblos y la acumulación de riqueza en pocas manos, pasando por encima al Estado-nación y dejando por fuera a las grandes mayorías con graves consecuencias humanas en beneficio de unos pocos oligopolios transnacionales, no es para nada lo que defiende el gigante asiático cuando se refieren a la interconexión del mundo y la interdependencia económica. Aquellas otras fueron las prácticas, muchas mantenidas hasta hoy, de los tiempos del “fin de la historia” y la totalización del mercado, promovidas bajo el dominio unipolar anglosajón a principios de los años noventa.

Por su parte, la estrategia de acercamiento con todos en el respeto de sus diferencias y la cooperación para el desarrollo con un comercio en igualdad de condiciones, si ha resultado ser muy provechoso para la China contemporánea. A lo interno les ha dado resultados importantes, a finales del 2020 y principios del 2021, el presidente Xi dio la gran noticia sobre la erradicación de la pobreza extrema en esa nación, noticia no menos relevante, pues recordemos que es el país con mayor población de todo el planeta. Esto demuestra que una correcta gestión de la globalización puede generar frutos positivos, abrir caminos para construir futuros y ganancias compartidas. Bajo la lógica del comercio, todos necesitamos de todos, todos tenemos algo que nos falta a otros y por ende, escenarios para una competencia sana y cooperación respetuosa se convierte en el camino para la paz.

Así las cosas, la globalización bajo esta nueva perspectiva se convierte en un mecanismo pragmático y no ideológico para unir países, respetar el orden internacional y la independencia de cada pueblo. Para avanzar en esto se requiere también una estrategia global de seguridad con enfoque integral, algo con lo cual este país no se queda atrás y con la coherencia respectiva, presentó al mundo su Iniciativa de Seguridad Global. Aquí subyacen algunas de las razones por las cuales China sí respalda una globalización real, integradora y mucho más solidaria. El principio es muy básico, no se puede distribuir bienestar para todos sino se produce riqueza, lo importante es saber distribuirla, pero hay que producirla, y las herramientas están ahí, son para todos y pueden estar al alcance de todos.

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