Mauricio Ramírez: Cibergeopolítica y los nuevos conflictos en la era digital

Así como los geopolíticos clásicos nos decían que controlando los mares, el corazón de la tierra o el espacio aéreo, se controlaba el mundo con facilidad, en el siglo XXI ese mantra geopolítico parece ser: quien domine el ciberespacio será el rey del mundo.

Mauricio Ramírez Núñez, Académico.

Estamos acostumbrados a escuchar sobre la cuarta revolución industrial o era digital en la cual nos encontramos. El Foro Económico Mundial la define de manera resumida como; “la fusión de los mundos físico, digital y biológico, y la fusión de tecnologías en formas que crean tanto promesas como peligros”. Los avances tecnológicos son significativos y es una nueva época que llegó para quedarse, ésta transforma todos los medios tradicionales de producción, modos de vida y hasta de pensar los conflictos, la seguridad nacional e internacional, así como la soberanía en el siglo XXI.

El primer gran salto cualitativo fue el desarrollo de la internet como experimento militar a mediados de los años ochenta. Con el paso del tiempo se convirtió en una herramienta mundial de uso cotidiano y cambió la vida de todas las personas en el planeta. Este hecho histórico vino en creciente evolución hasta llegar al desarrollo del internet de las cosas, el big data, sistemas de localización digital, algoritmos, blockchain, la impresión en tercera dimensión, las criptomonedas y la inteligencia artificial. Hoy todo está conectado y monitoreado, no hay nada fuera, todo está adentro.

Para hacer una especie de paralelismo y comprender mejor todo este fenómeno histórico, debemos entender el big data (universo de información) como el equivalente a la materia prima de la época industrial, la base a partir de la cual se crean las mercancías modernas y se genera riqueza. Esa gran cantidad de información que circula en la nube y que es alimentada de forma gratuita y voluntaria por todos nosotros es la base de ese nuevo modelo.

Los algoritmos, esas instrucciones paso a paso que se le da a una máquina mediante programación para resolver una tarea u organizar esa gran cantidad de información, son esa nueva clase trabajadora digital, la cual sistematiza y consigue la información estratégica para dar forma a esas mercancías, que luego se pondrán a la venta y generarán servicios o productos con cierto nivel de éxito garantizado de antemano, pues esas mismas herramientas llamadas algoritmos, se utilizan para hacer estudios de mercado previos a través del monitoreo de las grandes tendencias y principales emociones expresadas por las personas usuarias de la red. Así se genera riqueza en la era digital y se empieza a desechar o a prescindir del ser humano en los nuevos modelos de producción.

Otro de los pasos más importantes de esa revolución ha sido la inteligencia artificial. Este sin duda, es el más importante de todos los avances, pues es la construcción de máquinas con capacidades humanas para resolver problemas complejos y tomar decisiones de forma autónoma. Lo podemos ver con facilidad a diario cuando tomamos nuestro teléfono móvil y lo desbloqueamos con el reconocimiento facial por ejemplo, eso es inteligencia artificial operando. Otras aplicaciones muy famosas de inteligencia artificial y de uso cotidiano es Siri, ese asistente de voz integrado en los sistemas Apple o Alexa, desarrollado por la empresa Amazon y cuyas funciones son similares a las de Siri; responden a nuestras preguntas, resuelven problemas y nos facilitan la vida, según dicen sus creadores.

Hasta el momento todo parece ser una luna de miel con la cuarta revolución industrial, sin embargo, debemos hablar de un área donde también esto impactó y es poco mencionada, quizás al propio: la geopolítica y la seguridad. Pensar el espacio y la defensa en la era digital nunca va a ser igual como se pensaban siglos atrás, el desarrollo del ciberespacio se ha convertido en un campo de batalla igual o más brutal que los presenciados convencionalmente, solo que como no los podemos ver en físico, creemos que no pasa nada.

La tecnología militar desarrollada hasta el momento por las grandes potencias mundiales rompe todos los récords históricos y nos deja sin la capacidad de imaginar la magnitud de los riesgos para la paz mundial que traen consigo. Aquí es donde entra la geopolítica, entendida como la ciencia que estudia la relación histórica entre el territorio, el Estado y la población, y ahora, su relación estrecha y estratégica con este nuevo mundo nacido unas décadas atrás. Cada vez que se descubre un nuevo espacio, sea físico o no, donde haya oportunidad de ejercer algún tipo de control o gobernanza, lo político se hará presente y llevará sus dinámicas y luchas de intereses hasta ahí.

Así como la búsqueda del dominio de los océanos o del espacio aéreo llevó a la necesidad de crear legislación para su gobernanza, favoreció la invención de nuevas teorías geopolíticas y generó muchos conflictos, hoy sucede lo mismo con el ciberespacio. Por ello muchos autores hablan de cibergeopolítica; aquella relación indisoluble entre el Estado, el territorio, la población y el ciberespacio. Aquí es donde se libran las nuevas guerras de forma permanente. Pero no solo eso, no hay fronteras de ningún tipo, todo es virtual, y con el agravante que las decisiones o acciones llevadas a cabo desde un no-espacio, pueden llegar a tener efectos muy concretos en el mundo real, personas inocentes y la geografía física en distintas regiones del globo.

Este nuevo espacio aún sigue en disputa y desarrollo, no en vano podemos encontrar paralelismos históricos en el uso de ciertos términos, para tratar de entender mejor  la razón de ciertas acciones ejecutadas ahí. Uno de esos términos es el de piratas informáticos, para referirse a un tipo de acto concreto ejercido por personas, de manera mal intencionada, que no estaba regulada o tipificada como un delito, hasta hace poco tiempo. Recordemos la gran discusión que se dio siglos atrás sobre la figura jurídica del pirata marítimo, ante la ausencia de un ordenamiento jurídico para poner a disposición de los estados ese nuevo espacio y regular así ese tipo de actividades deshonestas ejecutadas por ellos.

Hoy todos los ejércitos serios del planeta cuentan con comandos de ciberguerra de primer nivel que se dedican las 24 horas del día al desarrollo de nuevas herramientas, dispositivos y tecnologías para el combate, la defensa y la seguridad nacional. La infraestructura más crítica de los estados hoy es digital. La empresas no se quedan atrás, tampoco están exentas de ciberataques y manipulaciones a sus sistemas informáticos, nos encontramos así en una realidad de inseguridad absoluta y volatilidad, que de la noche a la mañana puede poner al mundo en guerra total, sin darnos cuenta en qué momento se llegó a esa situación.

Las nuevas armas son cibernéticas, la extrema dependencia de todos los países hacia internet y la falta de una gobernanza global del mismo, vuelven vulnerables a todos los países. Estas nuevas debilidades son el foco de atención de los ejércitos y los piratas informáticos, y son capaces de doblegar la voluntad de gobiernos, empresas, movimientos sociales, partidos políticos, y toda aquella organización que juegue un rol político o económico activo en la sociedad, todos somos blanco de ataque. Pero vamos a la práctica y veamos algunos casos de cómo esta distopía hecha realidad, llamada guerra cibernética se ha desarrollado en los últimos años en el mundo entero.

Recordemos el virus Stuxnet, aquel gusano informático descubierto en el año 2010, capaz de espiar y alterar los controles de las infraestructuras nucleares críticas de los países, una verdadera arma de guerra. Muchos especialistas lo llamaron como el primer virus que atacaba un objetivo militar físicamente y casi ocasiona la tercera guerra mundial. En esa ocasión quien sufrió el ataque fue el programa nuclear de Irán, ocasionando una crisis diplomática como pocas veces vista en los últimos años. Aún no está del todo claro, cuál o cuáles países llevaron a cabo esta agresiva operación militar que marcó un antes y un después.

No solamente los virus informáticos son ciberarmas, los drones son otro de los avances tecnológicos utilizados para la guerra moderna. Estos dispositivos no tripulados capaces de portar armas de grueso calibre, bombas y hacer labores de espionaje, son dirigidos desde un computador, tal cual como si fuese un video juego, así se asesina a distancia sin la necesidad de estar en el campo de batalla o sentir algún tipo de culpa al respecto. Los mismos militares que se dedican a eso lo comparan con estar sentados jugando videojuegos, solo que en horario de oficina.

Unos de los casos más conocidos fue la guerra de drones del Premio Nobel de la Paz, Barack Hussein Obama. El entonces presidente norteamericano, dirigía personalmente una guerra no declarada en los territorios de Yemen, Somalia y Pakistán. Estos pájaros de metal eran los Predator y Reaper, fabricados por General Atomics en California, armados con misiles Hellfire, producidos por Lockheed Martin en Alabama. Entre los meses de abril y mayo de 2012, los ataques con este tipo de dispositivos se multiplicaron. El mismo Nobel admitió que su programa había asesinado civiles: “creo que en el pasado ha habido críticas legítimas de que la arquitectura legal alrededor del uso de ataques con drones no ha sido tan precisa como debería haber sido, y no hay duda de que (ese programa) asesinó a civiles”.

Las armas autónomas han tomado cada vez más fuerza y la última guerra donde expertos pusieron sus ojos por el uso de estas fue a finales del 2020, con la reactivación del conflicto Nagorno-Karabaj en la región del Cáucaso, entre Armenia y Azerbaiyán, ambas ex repúblicas soviéticas. Aquí el ejército azerbaiyano utilizó por primera vez drones kamikazes desarrollados por la empresa estatal israelí “Israel Aerospace Industries (IAI)”, fundada en 1953. Esta ciberarma, cuyo lema es “dispara y olvida”, es lanzada con el objetivo de merodear y ubicar sistemas de defensa enemigos, para una vez localizados, dirigirse contra ellos destruyéndolos con el impacto. Azerbaiyán contaba con más de 200 drones de este tipo. Este conflicto librado en media pandemia fue considerado por especialistas militares como un punto de inflexión en la estrategia de guerra moderna, y nadie se dio cuenta.

Así podemos seguir mencionando casos donde todas las naciones con algún grado de desarrollo en esta área hacen sus experimentos y aplican estas nuevas tecnologías para la defensa y el ataque, ninguna queda fuera de la ecuación. La geopolítica clásica nos enseña sobre la importancia del espacio vital para el desarrollo y vida de los pueblos, hoy podemos hablar de espacio vital digital, uno que no existe en el plano real, pero cuyos efectos físicos son evidentes. Así como los geopolíticos clásicos nos decían que controlando los mares, el corazón de la tierra o el espacio aéreo, se controlaba el mundo con facilidad, en el siglo XXI ese mantra geopolítico parece ser: quien domine el ciberespacio será el rey del mundo.

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