Melissa Vargas: La apremiante situación en la calle

¿Cómo lograr que esta población logre salir de esta condición y retomen sus vidas siendo productivos para sí mismos y para la sociedad?

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Melissa Vargas CamachoPolitóloga.

Quizá durante los momentos más restrictivos de la pandemia, al estar la mayoría en casa, pudimos ser conscientes de la cantidad de personas que tocaban a nuestros portones solicitando algún tipo de ayuda. En la mayoría de nuestros vecindarios, quedaron retratados muchos rostros ajenos en las cámaras de vigilancia. Los chats de vecinos se llenaron de alertas relacionadas a personas extrañas rondando las calles.

En algunos casos fuimos testigos de algunos actos de vandalismo: portones forzados, bicicletas sustraídas de las cocheras, bolsas de basura rotas y de cómo algunas de nuestras entradas se convirtieron en baños públicos.

Estas escenas son comunes para quienes hemos transitado por San José por las mañanas antes de llegar a nuestros lugares de trabajo, pero no en nuestros vecindarios.

Estoy segura de que, sus comunidades no fueron ajenas a toda la serie de discusiones que se pudieron haber generado al respecto… Y fue justo, en medio de esas discusiones en que caí en cuenta de lo poco que sabemos de esta población.

Las afirmaciones más frecuentes es que se trata de extranjeros, adictos a las drogas y jóvenes que “deberían de estar trabajando”. Lo cierto es que se trata de un tema complejo, donde las generalizaciones suelen ser erradas.

Tras una búsqueda rápida en internet, y al no tener clara la información, acudí al IMAS. Sí, decidí acudir a una institución pública, con todo y la mala reputación de servicio que tienen. Para mi gran alegría topé con funcionarios con total disponibilidad de colaborar en mi aventura. ¡No debemos generalizar al referirnos al sector público!

Al tratarse de información, relativamente vulnerable, debí seguir un protocolo, y al día siguiente tenía en mi correo electrónico los datos que solicite. ¿Mi intención? ¡Conocer mejor a los vecinos ocasionales!

Antes de entrar en detalles de la información suministrada, es preciso aclarar que no existe un censo que refleje fielmente la cantidad de personas que viven en nuestras calles, sino que dependemos de las personas que se acercan a las diferentes instituciones que tienen relación con el IMAS.

Para febrero de este año había 4081 personas viviendo en las calles. Según algunas notas de medios de comunicación, en marzo del año pasado se reportaban 3753 personas en esta condición. ¡Poco más de 300 personas en un año!

Es normal que las personas señalen a esta población como una población sumida en drogas, y no. Según las cifras que me facilitó el IMAS, solo el 50% tiene adicción a las drogas o al alcohol. Los demás llegaron a las calles por otros diversos motivos como abandono y algún tipo de violencia.

Otra afirmación constante es que las personas en condición de calle son extranjeros, pero según la información que maneja el IMAS, el 77% de estas personas son costarricenses, el 16% son nicaragüenses. ¡Y atención! El 5.98% son personas refugiadas.

En cuanto a su edad, el 56.24% son adultos con edades entre los 40 y 64 años. El 11,69% son adultos mayores. Así es ¡Adultos mayores!!! ¿Y los jóvenes que “deberían estar trabajando”: el 32,08%.

Actualmente existe en la corriente legislativa el Expediente 21169 Ley para la Creación de Albergues Temporales de las Personas en Situación de Abandono y Situación de Calle, iniciativa del diputado Dragos Dolanescu que, entre otras cosas incluye dentro de las atribuciones de las municipalidades crear albergues temporales para la atención de personas en situación de abandono y situación de calle. Para esto se giraría una autorización genérica para que las municipalidades incorporen en los planes anuales acciones para el cumplimiento de esta nueva atribución y recibir donaciones y partidas de otras instituciones públicas o privadas, nacionales o internacionales, o bien partidas de la ley de presupuesto ordinario y extraordinario de la República.

Sin duda, debemos afrontar esta problemática, pero ¿están nuestras municipalidades listas para enfrentar esta responsabilidad? ¿Cómo lograr que esta población logre salir de esta condición y retomen sus vidas siendo productivos para sí mismos y para la sociedad?

 

 

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