Orlando Morales: Crisis Educativa: Conversaciones con Shirley y Floria
Dada la magnitud del problema educativo, ¿quién le pone el collar al tigre? Creo que si la FIV se ha declarado un derecho humano fundamental, la Fecundación in vivo por medios violentos o forzados, en el otro extremo de la cuestión, en sentido opuesto, debiera ser un derecho de la mujer, tomar la decisión final del traumático evento. Y como era de esperar, la reforma a ley punitiva que castiga el aborto no debe esperar más, y las instituciones públicas de salud deben dar la debida protección a la mujer y a su familia, dentro del sano principio de salud reproductiva, en este caso, anticoncepción de emergencia.

A mi, como a muchos otros, nos preocupa el estado de la educación costarricense. Al menos todo ciudadano debe contar con el bachillerato de secundaria, con fluencia en inglés y habilidades matemáticas para la vida diaria, junto a un grado de alfabetización computacional aceptable acorde con los tiempos.
Pero también causa sorpresa que siendo ahora los niños mucho más avispados, considerable número de ellos no saben leer y escribir, a veces aún alcanzado el nivel de tercer grado. Antiguamente, y digo 1950, los carajillos de primer grado de la Escuela República de Guatemala en Alajuela, después de vacaciones de quince días, nos matriculaban en el Catecismo. Naturalmente teníamos que leer y memorizar el texto del padre Troyo. La pregunta incógnita es, ¿por qué existe el problema de la lecto-escritura? O sea, sea su bajo rendimiento a pesar de que nunca como ahora la educación se ha profesionalizado y está llena de licenciados con estudios de posgrado.
Pero otro problema reside en el bajo rendimiento en matemáticas, lo cual es ya tradicional, pero también después de por lo menos 10 años de estudiar inglés, el dominio de esa lengua de parte de los estudiantes está lejos de mantener una conversación aceptable. Por otro lado, los resultados de las pruebas globales comparativas a nivel internacional no son muy alentadoras. Lo sorprendente es que nunca como ahora ha habido más profesionales en educación a nivel universitario y con posgrados en la materia, que supuestamente elevarían el nivel educativo.
A menudo he conversado con Shirley, supervisora de inglés en la zona norte y ocasionalmente con Floria, quien es profesora universitaria de matemáticas. Ambas tienen muy buenas ideas para el cambio en la enseñanza de esas materias y así elevar su rendimiento académico. En el caso del inglés, debe reconocerse que las normas gramaticales son importantes, pero no indispensables para la lectura y la conversación de una lengua extranjera, excepto para los puristas que no creen en el inglés conversacional de uso frecuente. En todo caso, con al menos 10 años de estudio del idioma inglés, la mayoría llega a un nivel e ignorancia oculta en el “me la juego”. El bilingüismo inglés-español es deseable y ya se pide una tercera lengua extranjera en muchos trabajos. Pero no ha habido avances creativos con algo tan sencillo como dar preferencia a las películas en inglés, subtituladas en español o bien planes piloto con instituciones ya sea nacionales o extranjeras que enseñan inglés como una segunda lengua.
En cuanto a las matemáticas, preocupa a Floria que haya miles de rezagados en su bachillerato porque no logran el dominio de las matemáticas según el programa vigente, pero con frecuencia tienen buen aprovechamiento en otras asignaturas. Las autoridades deben –como antaño se decía- tomar cartas en el asunto.
Es una realidad que hay una situación crónica de imposibilidad para que muchos alumnos avancen hacia la graduación, luego, ¿quién es el culpable? Podría ser un programa obsoleto, los profesores a quienes les interesa más aplazar que ayudar a los alumnos o podrían ser alumnos indolentes con baja motivación.
Pero aún a estas alturas del partido el Ministerio de Educación no ha realizado las investigaciones y así, visto el diagnóstico, tratar de aplicar la medicina para corregir el mal. Hay que reconocer la importancia de las matemáticas pero también tener presente que hay varios tipos de matemáticas: abstracta, aplicada y de tipo operativo en la vida real y mentalidades para cada una de ellas. En otras palabras, tiene sentido la adecuación de la materia, según cada una de las capacidades intelectuales de los diferentes alumnos. A mi, aunque la matemática no me gustaba –ni me daba problemas- mi agrado era bioestadística y diseños experimentales, que matriculé en cursos de grado grado y posgrado, con excelente resultado. O sea, mi capacidad estaba inclinada hacia la matemática aplicada.
Otra situación se da en cuanto a las materias STEM y en cuanto a la preferencia hacia carreras de ciencia, tecnología y de tipo técnico, pues hacen propaganda en búsqueda de vocaciones, pero de tipo ilusorio. En las escuelas debe haber sencillas prácticas de laboratorio en todos los grados, y asumo que en la formación profesional de maestros dentro del curriculum está incorporada la materia de enseñanza de las ciencias. Por otro lado, todos los colegios deben realizar prácticas de laboratorio en las aulas adecuadas, tanto para física como para química y biología y demás está contar el laboratorio de cómputo. Sin embargo, veo con cierto desconsuelo que hay más esmero en dotar esas instituciones con el gimnasio, biblioteca y la banda, pero sería contados con los dedos de las manos aquellas instituciones con laboratorios y sala de cómputo. La vocación científica va formándose gradualmente con las experiencias de investigación. Sería un sinsentido decir a los jóvenes que se conviertan en deportistas si no se dotan de las facilidades debidas, pero algunos ilusos consideran que el medio es pidiendo a los alumnos que se matriculen en “carreras” duras, sin las bases u orientación vocacional debida.
Pero el problema global es más grave, pues la prensa (La Nación, 4 julio) habla de dos millones de adultos que no han terminado el bachillerato, y esto que desde hace varios años el 8% del PIB se dedica a Educación y todo esto sin contar el aporte empresarial al INA y el de múltiples instituciones privadas, de todo nivel, que en conjunto subirían considerablemente ese porcentaje. En otras palabras el sistema educativo costarricense es francamente ineficiente: mucho gasto y malos resultados. Dada la magnitud del problema educativo, ¿quién le pone el collar al tigre? Por ahora pareciera que el gobierno está más interesado en la mariguana recreativa que en elevar el nivel educativo, asunto que debiera consultar el Sr. Presidente con su referente usual, la Sra. de Purral.
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