
Óscar Álvarez Araya, Politólogo (Ph.D.).
Francisco Suárez – (Granada 1548-1617)
Ingresa a la Orden de los Jesuitas y estudia teología y leyes en Salamanca. Fue profesor universitario en Roma, Coímbra y Salamanca. Se le ubica en la Escolástica y en la Escuela Española del Derecho Natural. Desarrolla y da continuidad a la obra de Francisco de Vitoria.
Para Francisco Suárez, la comunidad política nace con un pacto expreso o pácto tácito de ayudarse mutuamente.
La meta de esa comunidad política es conseguir el bien común. (Suárez, Sobre las Leyes. Citado por Ignacio Gómez Robledo, El origen del poder político según Francisco Suárez, Universidad Autónoma de Centroamérica, San José, 1986, página 84).
La libertad es parte del bien común: «Se considera como perteneciente al bien común, no sólo aquello que mira a la utilidad temporal, sino también lo que toca a las buenas costumbres y a un modo conveniente de obrar, como es que los actos se realicen con perfecta libertad». (ibíd, página 83).
El hombre es creación de Dios, es libre es decir, no es siervo sino señor de sus acciones.
Así, también la comunidad política constituida por hombres libres decide voluntariamente en quién delegar «la potestad política que la comunidad en conjunto ha recibido de Dios». (Defensa de la Fe, ibíd, página 137).
Ahora, esa potestad política la da Dios tal pueblo mismo, y no a alguna persona de entre el u otra parte, el modo del régimen temporal no ha sido definido o preceptuado por Dios, sino dejado a la disposición de los hombres (ibíd, página 148).
En resumen, la comunidad política nace con un pacto cuya meta es la búsqueda del bien común y la libertad es parte del bien común. Los hombres fueron creados libres por Dios y la comunidad política entendida como el pueblo recibe de Dios la potestad de definir las autoridades políticas y el modo del régimen político
Finalmente, entonces, el pueblo es el soberano porque así lo ha querido Dios.
La teoría de Suárez cuestiona el Derecho dividido de los reyes y traslada la soberanía desde el monarca absoluto hasta el pueblo.
Siguiendo la tradición de Aristóteles, Suárez ha definido el bien común como meta de la comunidad política. Pero además, ha incluido la libertad como parte de ese bien común adelantándose a lo que posteriormente fue propio de autores liberales como Baruch Spinoza y John Locke.
Su idea de un pacto social también prepara el camino para Locke y Rousseau.
De igual manera, su teoría de la soberanía popular cuestiona a las monarquías absolutas y convierte al jesuita granadino en uno de los precursores de la democracia cristiana.
Finalmente, enriqueciendo el derecho de gentes de Vitoria, Suárez afirmó que «así como el Estado se ocupa del bien de la comunidad, así también en sus relaciones internacionales debe ocuparse del bien común de todos los hombres, es decir, lo que posteriormente se ha conocido como bien común universal» (Suárez, De Legibus. L, capítulo 7, número 7. Citado en Salvador Giner, Historia del Pensamiento Social. Colección Demos. Editorial Ariel. Barcelona, 1967).
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