Pablo Barahona: ¡A debatir carajo!

Rodrigo y José María, ahí les dejo. ¡A debatir carajo!  

Pablo Barahona KrügerAbogado

Yo entiendo el encuadre economicista. Lo que no acepto, es que, además del marco, sea ese, también, el cuadro. Que todo se centre en la economía como anatema. ¿Importante? Sin duda. Pero sin monopolizar ni empobrecer el debate al punto de asomar a la realidad solo desde esa ventana, siempre parcial, siempre limitada, siempre inicial. “Que si el déficit…” “Que si la deuda”, “Que si las tasas de interés” o la manida “Regla Fiscal”.

¡No puede reducirse todo a eso! ¡Así no es! No solo porque hay muchos problemas igualmente implicantes, sino porque, además, empobrece el debate y nos aburre a casi todos.

Así que, ante el riesgo de que los economistas continúen monopolizando la agenda de discusión política, y de paso, secuestrando a los dos candidatos presidenciales en lisa, con su monotema, me declaro en franca rebeldía y les sugiero a ambos, ejercer su liderazgo, proponiendo ellos los temas y no esperando a que los temas se los pongan a ellos.

Y siempre afecto a proponer, propongo: hablemos de seguridad. De como nuestras fronteras siguen tan porosas como nuestras aduanas. Y que entre ambas, no alcanza, sino, si acaso, para colador.

Hablemos -siempre en ese otro cuadro de esta “Muestra de Cosas Urgentes” que vengo urdiendo- de como, por aquí, pasa el que quiere y por el tiempo que quiera. De guerrilleros y exgerrilleros colombianos, gatilleros nicas, panameños o también colombianos, narcos y lavadores mexicanos, prófugos gringos y hasta testaferros venezolanos. Todos, cohabitando entre nosotros. Camuflados, como si nada.

Y digámoslo de una buena vez -así sea para repetir lo que he reprochado en tono denunciatorio- tantas veces: que este país seguirá siendo el reino de la impunidad para esas lacras, mientras no instauremos una verdadera jurisdicción especializada de crimen organizado. ¡Punto!

Pero una bien fondeada, con sección del OIJ exclusivamente dedicada, fiscales y jueces realmente especializados, no solo en lo penal, sino subespecializados en criminalidad organizada y delincuencia económica, con cuerpo de guardaespaldas, contrainteligencia para evitar exfiltraciones e infiltraciones, a base de ciberseguridad, y la base de todo eso: fuentes de financiamiento aseguradas, tanto vía presupuesto ordinario, como por al menos el cincuenta por ciento de todos los activos que se logren comisar al crimen organizado. De tal suerte que, más plazas o incentivos salariales e incluso mejores instalaciones o cuerpo asistencial disponible, dependa de la eficacia de esa misma jurisdicción especializada. En fin: ¡estímulo a no parquearse!

Incluso deberíamos ir pensando en la importación de la figura de “Fiscales Especiales”. Que diferente hubiera sido el Cementazo, la UPAD, Cochinilla, Azteca o Diamante, si fuéramos profesionales independientes y aguerridos, los que, por encargo especial y empoderados al efecto, impulsáramos a fondo la acción penal en casos como estos. Nacionales siempre, eso sí.

En esta campaña, hablemos, de paso, de geopolítica. ¡Pero en serio! Sin acomodos. De qué vamos a hacer con membresías como la del SIICA o el Alba. E incluso, de una cada vez más insulsa: la OEA. De si vamos a refundir embajadas y relanzar el servicio diplomático todo (tanto interior como exterior). Sin prebendalismos -al aplicar tal reforma- para apaciguar los ánimos de los mal llamados “de carrera”, ni partidismos a la hora de nombrar políticos en el circuito diplomático Revlon.

En fin, que si nos parqueamos ahí y provocamos una discusión seria, tendríamos que enfocarnos en nuestros dos principales problemas geopolíticos, sobre los que, irónica y torpemente, la diplomacia -y en general: la política- criolla, ni hablan: el narco y Ortega.

De mi parte, se impone armar un bloque común desde los Andes, pasando por el Darién, y de aquí para arriba hasta el Río Bravo, que eleve un mensaje tan claro como inaplazable: la subregión no está dispuesta a seguir pagando los platos rotos de lo que la sociedad norteamericana decida meterse por la nariz. No mientras eso signifique poner a los jóvenes muertos, mientras ellos solo ponen; balas y limosnas. En fin, que la regla más básica de la diplomacia es la reciprocidad. O debería serlo al menos: ¡O ustedes paran el tráfico ilícito de armas norte/sur o nosotros vamos a aplicar igual laxitud con todo lo que transita sur/norte. ¿Tiene lógica no?

En otro orden, pero siempre en el mismo barrio cercano: o nos hermanamos con El Salvador, donde un presidente hiperejecutivo, pareciera el socio natural, o seguimos concediéndole al régimen nicaragüense, el caprichoso poder de cerrarnos o abrirnos la frontera, a placer, cada vez que nosotros subamos el tono y ellos no lo quieran bajar.

Vamos, que un ferry de La Cruz, Puntarenas, Quepos o Golfito, hasta El Salvador, no es ciencia espacial ni obra descomunal. Que, incluso, los planes están. Y si de mi dependiera, hasta abriría varias líneas para que compitan y mejoren, progresivamente, el servicio de transporte de mercancías -y por qué no, de pasajeros-, destetándonos de Nicaragua y comprándole a nuestra diplomacia, mucha mayor independencia y a nuestros futuros Presidentes, más capacidad de acción y reacción, al resolver esa ruta de tránsito fundamental, tanto para exportadores como importadores. Y no menos importante, para los trabajadores de esos sectores y todos nosotros, lo consumidores.

Y mejor no sigo. Dejando, eso sí, al menos, este breve nomenclador: amenazas que supone la inteligencia artificial, Canal Seco, rutas 239 y 301 de Puriscal y Acosta a Parrita, así como mejoras en Cambronero para romper el carísimo “monopolio” de la Ruta 27 -ya pagada por cierto-, carreteras a San Ramón, San Carlos y Limón, reordenamiento del transporte metropolitano, rompimiento del monopolio de RTV y alquileres usureros del gobierno, precio impagable de medicinas e insumos agropecuarios, impúdico subsidio arrocero, corrupción en compras de la CCSS, ICE y otros, recuperación sumaria de los trece mil millones que regalaron de las pensiones de la Caja a La Nación -léase: a sus dueños-, desburocratización de planes antipobreza, limpieza de cuencas y tratamiento de aguas servidas, “estate quieto” a los mandos medios que se han apoderado feudalmente de instituciones, imponiéndose al mandato democrático que los obliga -además, por principio de legalidad- a facilitar y no a estorbar, minar o hasta combatir, como comprueban hoy todos los ministros y presidentes ejecutivos que, nombrados por un Jefe de Estado, chocan con esa pared burocrática a la que nadie se atreve a combatir, sea por miedo o por intereses creados.

Sin olvidar el más transversal de los temas: el cambio climático. Pero eso sí, tratado en serio, con honestidad intelectual e incidencia práctica. No como agencia de viajes o trampolín político de un coto de politiqueros arribistas, con sed de paseo y consultoría.

Rodrigo y José María, ahí les dejo. ¡A debatir carajo!

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