Paul Benavides Vílchez, Sociólogo y escritor.
Heberto Padilla
Nació en Puerta del Golpe, Pinar del Río, Cuba (1932), y murió en Alabama, Estados Unidos (2000). Cursó en su provincia natal la primera y segunda enseñanza; periodismo en La Habana; humanidades y lenguas en diversas universidades extranjeras. Dominaba el francés, el inglés, el alemán, el ruso, el italiano y el griego. Trabajó como profesor de inglés y comentarista radial en Miami (1956-1959). Pasó en 1959 a Nueva York para trabajar como profesor y traductor de las Escuelas Berlitz. A requerimientos de sus amigos y compañeros intelectuales, regresó a Cuba ese mismo año.
Actuó como corresponsal de Prensa Latina en Londres y del periódico Pravda de Moscú, colaborando además en el órgano oficial de la UNEAC y la revista Unión. También ocupó el cargo de director de CUBARTIMPEX, organismo encargado de seleccionar libros extranjeros, y trabajó para el Departamento de Extensión de la Universidad de La Habana.


En lo personal creo que Heberto Padilla es uno de lo grandes poetas en español nacidos en la primera mitad del pasado siglo XX.
EN TIEMPOS DIFÍCILES
A aquel hombre le pidieron su tiempo
para que lo juntara al tiempo de la Historia.
Le pidieron las manos,
porque para una epoca dificil
nada hay mejor que un par de buenas manos.
Le pidieron los ojos
que alguna vez tuvieron lagrimas
para que contemplara el lado claro
(especialmente el lado claro de la vida)
porque para el horror basta un ojo de asombro.
Le pidieron sus labios
resecos y cuarteados para afirmar,
para erigir, con cada afirmacion, un sueño
(el-alto-sueño);
le pidieron las piernas,
duras y nudosas,
(sus viejas piernas andariegas)
porque en tiempos dificiles
¿algo hay mejor que un par de piernas
para la construccion o la trinchera?
Le pidieron el bosque que lo nutrió de mno,
con su árbol obediente.
Le pidieron el pecho, el corazon, los hombros.
Le dijeron
que eso era estrictamente necesario.
Le explicaron después
que toda esta donación resultaría inútil
sin entregar la lengua,
porque en tiempos difíciles
nada es tan útil para atajar el odio o la mentira.
Y finalmente le rogaron
que, por favor, echase a andar,
porque en tiempos difíciles esta es, sin duda, la prueba decisiva.
POÉTICA
Di la verdad.
Di, al menos, tu verdad.
Y después
deja que cualquier cosa ocurra:
que te rompan la página querida,
que te tumben a pedradas la puerta,
que la gente
se amontone delante de tu cuerpo
como si fueras
un prodigio o un muerto.
EN LUGAR DEL AMOR
Siempre, más allá de tus hombros veo al mundo.
Chispea bajo los temporales.
Es un pedazo de madera podrida, un farol viejo
que alguien menea como a contracorriente.
El mundo que nuestros cuerpos
(que nuestra soledad) no pueden abolir,
un siglo de zapadores y hombres
ranas debajo de tu almohada,
en el lugar en que tus hombros
se hacen más tibios y más frágiles.
Siempre, más allá de tus hombros
(es algo que ya nunca podremos evitar)
hay una lista de desaparecidos,
hay una aldea destruida,
hay un niño que tiembla.
EL HOMBRE AL MARGEN
Él no es el hombre que salta la barrera
sintiéndose ya cogido por su tiempo, ni el fugitivo
oculto en el vagón que jadea
o que huye entre los terroristas, ni el pobre
hombre del pasaporte cancelado
que está siempre acechando una frontera.
Él vive más acá del heroísmo
(en esa parte oscura);
pero no se perturba; no se extraña.
No quiere ser un héroe,
ni siquiera el romántico alrededor de quien
pudiera tejerse una leyenda;
pero está condenado a esta vida y, lo que más le aterra,
fatalmente condenado a su época.
Es un decapitado en la alta noche, que va de un cuarto al otro,
como un enorme viento que apenas sobrevive con el viento de afuera.
Cada mañana recomienza
(a la manera de los actores italianos).
Se para en seco como si alguien le arrebatara el personaje.
Ningún espejo
se atrevería a copiar
este labio caído, esta sabiduría en bancarrota.
Fuera del juego (1968)

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