Rommel Porras González, Director General Kamuk School.
Anonadados, abrumados y absortos son algunos de los términos que explican el cómo nos sentimos los costarricenses sobre la noticia del Estado de la Educación costarricense.
Esta situación no nos toma por sorpresa, pues desde años atrás se hablaba del apagón educativo generado a partir de la crisis del COVID 19.
Lo que sí me desconcierta, aún más que el diagnóstico en sí es que no veo un enrutamiento capaz de mejorar en el mediano y largo plazo tal situación.
Al respecto, quisiera plantear las siguientes ideas para la reflexión de todos:
- Pese a lo grave de la situación en distintos niveles, debemos avocarnos con carácter de prioridad, a desarrollar un programa de “alfabetización” que atienda las deficiencias del proceso lecto escritor en nuestros estudiantes. El grande debe ayudar al pequeño. Los padres deben sumarse a estas tareas y en la medida de lo posible visitar las escuelas para leerles a los estudiantes y con esto motivarles a la lectura. Esta debe ser una propuesta que involucre a la sociedad como un todo.
- Considero que de todas las carteras, una de las más complejas es el Ministerio de Educación Pública; no solo por su tamaño, sino porque hay tareas que al educador le resultarían extrañas, como que el ministro(a) le corresponda atender no solo los temas relacionados con la calidad de la educación y la administración de esta, sino además ver, atender y resolver los problemas de infraestructura, comedores estudiantiles y otros.
Creo firmemente que la cabeza de este ministerio debe abocarse a lo trascendente: a diagramar una ruta que defina una mejora continua en la calidad de la educación.
Las obras constructivas y por ende presupuestarias deben ser entregadas para su ejecución a los gobiernos locales. Esto nos permitiría medir su efectividad a partir de los logros en la implementación de un modelo educativo totalmente integrado y con el propósito de contribuir al desarrollo socioeconómico del país.
Cabe incluso pensar en la posibilidad de crear un ministerio totalmente especializado en la construcción de obra pública (escuelas, colegios, hospitales, oficinas, entre otros) y desligar a las dependencias de este tipo de actividades engorrosas, lo cual permitiría una mejor claridad en la definición de objetivos en las distintas carteras y generar al mismo tiempo una especialización en la construcción de obra con una mayor regulación.
- Me pregunto, ¿qué pasa con la educación privada en Costa Rica? ¿Por qué invisibilizar sus avances y logros? ¿Por qué no participarla en la elaboración de un programa marco que pretenda un desarrollo continuo en la calidad de la educación? ¿Por qué ponerle frenos que limitan su desarrollo?
En la limitación de este espacio escrito, estas inquietudes se convierten en simples ideas para su análisis y punto de partida en la formulación de una ruta crítica que permita a la sociedad costarricense soñar con un porvenir mejor a partir de un sistema educativo fuerte y consolidado.
Una sociedad no puede prospectar desarrollo alguno, sino parte de un robusto sistema educativo al que tengan acceso sus conciudadanos.
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