Rosalía Gil: Socavar la democracia

En las próximas elecciones municipales y nacionales, de nuevo tendremos la oportunidad de participar y personalmente afirmar el proceso democrático costarricense. No permitamos que nos priven de nuestra trayectoria histórica, nuestra idiosincrasia y nuestras esperanzas como nación. No olvidemos que el futuro de Costa Rica y el de sus ciudadanos está siempre en nuestras manos, porque así es cómo lo ha definido la Democracia de la que goza este precioso país.

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Rosalía Gil Fernández, Exministra de la Niñez y la Adolescencia.

La palabra Democracia viene del idioma griego, demos, que significa pueblo y cracia que significa poder para, o del. Significa Gobierno del y para el pueblo.  La democracia se construye en una Grecia antigua (500 AC), caracterizada por conflictos de poder entre los artesanos y los campesinos (demos) con la nobleza. Por esta razón se hizo necesario establecer un orden público que garantizara los derechos de toda la ciudadanía y les permitiera convivir en armonía. En este sentido, se crean unos preceptos que sirven de base para organizar la poli, o ciudad. Estos preceptos, con algunas modificaciones, entre las que están la abolición de la esclavitud, el sufragio universal, el voto femenino, los derechos de los trabajadores, los derechos de las mujeres y la no discriminación, perduran hasta nuestros días en los estados democráticos.

Es un concepto aplicado al arte de gobernar que ha evolucionado hasta convertirse en un sistema político que defiende la soberanía de las personas y el derecho de éstas a elegir y dar seguimiento a las acciones de sus gobernantes, atribuyéndole el poder a los ciudadanos, mediante mecanismos de participación directa o indirecta, participativa o representativa, que logran brindar legitimidad a sus gobernantes.

Esto implica: una Constitución Política que limite los poderes de la nación y controle el funcionamiento formal del gobierno, dentro de un Estado de Derecho que promueva las garantías individuales y sociales, la vida en libertad y la convivencia pacífica a la que todos los habitantes tienen acceso.

En Costa Rica

La Constitución de 1949, protege esos derechos democráticos de los que gozan y participan todos los costarricenses por medio de un sistema presidencialista, una clara división de poderes y un Tribunal Supremo de Elecciones, que garantiza la participación ciudadana por medio del sufragio, en un tipo de democracia que es participativa y representativa. Tenemos una de las democracias más ejemplares, sólidas y antiguas del Continente.

Sin embargo, desde hace algún tiempo, venimos siendo advertidos por personas versadas en la materia, sobre ciertos acontecimientos que aparentemente han ido socavándola y restándole legitimación. Entre éstos está la inyección del creciente pesimismo hacia la gobernanza pública y la sistemática deslegitimación, con razón o sin razón, de la clase política costarricense. Precisamente porque la democracia es un concepto, un constructo que se desenvuelve, se transforma y se conforma de personas que en su quehacer ciudadano participan y colaboran en su construcción, la información o desinformación con la que se cuenta para ejercerla es de vital importancia.  Según el Instituto de Formación y Estudios en Democracia (IFED), ese ejercicio se consolida a través de valores y prácticas democráticas basadas en la tolerancia, la solidaridad y la responsabilidad. Así es como se ejerce el respeto para lograr convivir democráticamente en paz y armonía.

Troles, influencers y hackers

Pienso que hoy en día, estos tres principios fundamentales están siendo socavados, intervenidos e influenciados por personas distantes a nuestras tradiciones y valores patrios, causando una inmensa polarización en la población y un descontento generalizado que podría llevarnos a seriamente cuestionar las bases y estructuras de nuestro sistema democrático. Por esta razón debemos tener muy claras las convicciones que nos guían y ser capaces de filtrar la información que constantemente nos bombardea con situaciones falsas producidas por “troles, influencers y hackers” tanto nacionales como internacionales. Estos hechos producidos y comunicados como si fueran reales, tergiversan las realidades de nuestro entorno, en detrimento de los procesos democráticos que siempre deben ser llevados a cabo en el pleno ejercicio de nuestro libre albedrío.

Desesperanza y apatía

Socavar la democracia en un país como Costa Rica es un tema que se iría desenvolviendo dentro de un sistema multicausal que resuena y se multiplica en el ideario nacional, como una urgente necesidad de un cambio de paradigma. Muchas de esas causas provienen de la sana percepción colectiva sobre la urgencia de un salto cualitativo hacia un mayor desarrollo político, económico, social y cultural. Pero aquellas provenientes de la desinformación intencional que provoca división y descontento, se asientan en nuestro inconsciente, creando falsas percepciones sobre crisis generalizadas que paulatinamente se traducen en desesperanza y apatía.

La información instantánea e indiscriminada a la que actualmente estamos siendo sometidos, nos obliga a poner atención a la influencia que este fenómeno ejerce sobre nuestras decisiones cívicas y ciudadanas. Este tipo de información se ha convertido en un ejercicio sistemático, conducente a formar opiniones y a generar afirmaciones que en primera instancia repercuten en nuestro entorno inmediato, para luego ampliarse a otros círculos de influencia y eventualmente plasmarse en nuestro sistema electoral por medio del sufragio. En este proceso, la responsabilidad personal es indiscutible e inviolable.

Formadores de opinión

Hoy en día, los medios de comunicación tienen un rol fundamental en la implementación del pensamiento creativo, la curiosidad y el emprendimiento que siembra la semilla del desarrollo humano integral. Pero como todo en la vida, este tipo de comunicación globalizada también conlleva un lado oscuro que se alimenta y aprovecha de la vulnerabilidad ideológica de las personas para sembrar confusión y sentimientos encontrados.

Las opiniones personales sobre el quehacer nacional se van nutriendo de las diversas posiciones que ofrecen los medios de comunicación colectiva, las redes sociales y las plataformas de comunicación que permiten reuniones y chats virtuales con personas de todos los ámbitos políticos y sociales. Algunos de los “influencers” o formadores de opinión, que navegan en las redes de comunicación, obedecen a propósitos globales en contra de las democracias, menoscabando insidiosamente los principios relacionados a la tolerancia, la solidaridad y la responsabilidad ciudadana. Nos cargan de información sesgada sobre los grandes acontecimientos nacionales, los gobernantes de turno, sus personalidades o sus políticas de Estado, así como sobre la situación de la educación, de la salud, o la de los otros pilares institucionales fundamentales en el desenvolvimiento de la vida en democracia.  En ocasiones estas influencias provienen de personas desconocidas en el ámbito desde el cual se expresan. Son contratadas por agrupaciones con intereses particulares, para irse introduciendo en el imaginario colectivo, alimentando el tipo de pesimismo generalizado que causa polarización y desunión entre los ciudadanos.

Así es como el populismo mesiánico, tanto de derecha como de izquierda, ha ido abriéndose paso en nuestras regiones latinoamericanas. Lo hace brindándole al pueblo, una falsa esperanza que conlleva la posibilidad de un cambio radical en su estilo de vida, que mágicamente lo rescataría de la adversidad. En nuestra América, tenemos varios ejemplos de esta falacia ideológica que se mantiene en el tiempo, causando una mayor desigualdad, empobrecimiento y descontento en sus poblaciones. Al menos son tres los pueblos que abiertamente han renunciado a vivir en democracia:  Venezuela, Cuba y Nicaragua.

Afirmar la democracia.

No permitamos que entes infiltrados en nuestra vida política, familiar, económica, cultural, ambiental y social, nos aparten del desarrollo integral que ha convertido a Costa Rica en una nación que ha simbolizado la paz y la democracia a nivel mundial.  Informémonos, capacitémonos y afinemos nuestros sentidos para conscientemente discernir sobre las falsedades a las que día con día estamos expuestos.

En las próximas elecciones municipales y nacionales, de nuevo tendremos la oportunidad de participar y personalmente afirmar el proceso democrático costarricense. No permitamos que nos priven de nuestra trayectoria histórica, nuestra idiosincrasia y nuestras esperanzas como nación. No olvidemos que el futuro de Costa Rica y el de sus ciudadanos está siempre en nuestras manos, porque así es cómo lo ha definido la Democracia de la que goza este precioso país.

 

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