Sergio Erick Ardón Ramírez.
Todos sabemos que en nuestro país la mayoría de la gente es creyente. Sean católicos, evangélicos, judíos o mahometanos, esa mayoría cree en la existencia de un Dios, al que le rinden tributo y al amparo de quien se sienten.
Esa creencia, que tiene hondas raíces históricas y culturales, debe ser respetada y no está en cuestión.
Quienes no somos creyentes debemos asumir naturalmente, como cosa elemental, ese respeto. Que es el mismo respeto que pedimos y esperamos para nosotros.
Quienes no somos creyentes debemos asumir naturalmente, como cosa elemental, ese respeto. Que es el mismo respeto que pedimos y esperamos para nosotros.
Hasta ahí una norma de convivencia social y política, que debe ser asumida sincera y seriamente.
Hemos visto que sin embargo se manifiestan explosiones de intolerancia, que no pocas veces, se salen de los carriles de la convivencia y adquieren virulencia. Este tipo de manifestaciones de intolerancia deben ser enfrentadas y no pueden ser consentidas.
Hemos visto que sin embargo se manifiestan explosiones de intolerancia, que no pocas veces, se salen de los carriles de la convivencia y adquieren virulencia. Este tipo de manifestaciones de intolerancia deben ser enfrentadas y no pueden ser consentidas.
Ni católicos, ni evangélicos, ni judíos , mahometanos, o no creyentes pueden desconocer el derecho irrenunciable de cada quien a creer lo que tenga a bien. Menos es aceptable que se busque imponer lo que se cree a quienes no piensan igual, es esto cuestión de principios.
Radica en la convicción con que mantengamos esos principios, el que algunos temas espinosos puedan ser tratados sin provocar desgarraduras ni excesos.
El marco ideal para que esto sea posible es sin duda alguna la aceptación del carácter no confesional del Estado.
Estado que al representarnos a todos, no debe asumir como del Estado ninguna religión. Porque al hacerlo golpea y niega la igualdad de los ciudadanos, lo que afecta severamente la democracia.
Público esta reflexión a partir de una conversación que de sobremesa hemos tenido esta tarde en nuestra casa.
Tarea pendiente. Ni es la única ni es la de menor importancia.
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