Víctor Valembois: 34. Futbolitis aguditis
Nacido, ese deporte, en la entonces gran Bretaña como deporte verdadero, pasatiempo honroso entre grupos que comprendían el fair play (y había cuatro mirones envidiosos, claro). Pero por Dios, ¿cuándo empezó esa locura total, alienada alienante, dinero drenado, masa masificada?
Víctor Valembois. Escritor y Catedrático universitario.
Empiezo mi prédica perdida con un curioso título en mi matutino: “Mundiales de Brasil y Rusia le costaron 10.000 millones a la CCSS en incapacidades” (LN, 10.11.22). Digo yo: ¿será que el fútbol es capaz de producir brotes de enfermedades?
Bueno ¿qué? ¿Ya se encaramó en “cómodas cuotas” para comprar la pantalla esa de apantallar? Ya no me acuerdo: ¿fueron 36, mensuales o 36 en años que nos restará a pagar? Es que lucía tan bonito, en el Prise, no no: nada de prisa: el PriceSmart, lenguaje felpudo para incautos…
No importa, vieja, corremos un tantico así el trinchante ese que regaló tu mamá, los niños que se acomoden en la alfombra para hacer sus tareas: la escuela es para la vida, por eso, mae, “démosle tiempo al tiempo” como dicen por estos lares.
Los futboleros de verdad -todo un oficio- mueven todo el esqueleto, conscientemente coordinando en función del goal, pa´que lo recuerde: “meta” en el inglè-que-tanta-falta-te-hace, pero que no te entrará sentado en el lindo sofá, sí, sí: ese que vendieron ya con un hueco pre-pensando ellos en tu entusiasmo cervecero… tus patitas descansando en ese “otomán”.
¿Sigue siendo un deporte, el futbol? Me hago la pregunta, porque ahora tiene todo -y más- del show business: success-story: no importan las personas, los jugadores, sino sus piernas; no interesan los espectadores, preclaros o proletas…. con tal de que aporten pesetas en paleta.
En una revista académica de mi tierra, una profesora evita el vocablo “deporte”, sport, en inglés (pa´que siga aprendiendo, diay)… sustituyéndolo por “movimiento”… que como bien se sabe de hace rato… se demuestra… andando. El “anduvo, anduvo, anduvo” del gran Rubén Darío.
Small is beautiful proclamaba Schumacher (As if people mattered, 1973); otra cosa es la mentalidad de lo estrecho, parroquial, aldeano: ello, ya lo señala el gran José Martí, hombre de letras y… de combate, entre Nueva York y su Cuba, en lucha por la gran América bolivariana.
Cabe pro-mover y mover las patitas, todos, desde el juego con la pelota de trapo en la esquina, entre dos carros que sea, o pasando por el Parque de San Pedro: como todo pueblón local tiene su cuadrante para peloteros, pero peladero pelado de árboles alrededor. Comparo con Mendoza, en Argentina, país que como el nuestro se creía grande, superior… y llegó la bajada…
Cabe apuntar una contradicción intrínseca: se juega supuestamente de un equipo “nacional” contra otro, hasta de otra nación… pero en la práctica, igual hacia lo local o hacia el exterior: en realidad, ya lo pronosticó Francisco de Quevedo, manda aquel: “poderoso es don Dinero”.
La mezcla futbol + nacionalismo cae por el peso de las pesetas: ¿por qué será que un ciudadano de por la bota debajo de África es el mandamás en un club a 15 kilómetros de San Chepe? El dinero no tiene frontera… pero con veneno publicitario se presenta el espectáculo como entre abanderados -con bandera y todo- de tal rincón del parte de la Meseta central contra tal otra…
Es decir y de escribir en claro: se le sigue llamando “juego”, con toda la denominación de lo festivo y lúdico: brillo falaz de uno contra chispa chisporoteando; frente al cuento de lo “popular”, en la práctica prevalece el billete, toda la carreta cobrada para las arcas de unos pocos.
Ojo: no lo desprecio, este deporte en sí, con sus reglas, sus entusiastas, su poder lúdico. ¡Adelante! Pero es el entorno, el empaque: “vieja, tráigame otra cerveza, que vamos ganando…” Tristeza terrible: en tales tiempos tenebrosos… las estadísticas de violencia doméstica aumentan.

(Me encuentro con un probable bloqueo personal frente a lo que viene: casi un trauma juvenil, al recordar cantidad de veces el empeño de mi tío en llevarme al estadio y allá como acá, ver y vivir esa asquerosa manía de la chusma, pelotudos granjeando grueso con sus groserías.)
Lo cual no quita que admiro a mi amigo Jacques Sagot, pese a tremendo hándicap, para lanzarse a la cancha, ha estudiado hasta comparativamente la técnica de tal y cual jugador; sabe perfilar peligros políticos y patrañas, pero mantiene en alto la idea de lo lúdico, lo artístico, lo noble.
Nacido, ese deporte, en la entonces gran Bretaña como deporte verdadero, pasatiempo honroso entre grupos que comprendían el fair play (y había cuatro mirones envidiosos, claro). Pero por Dios, ¿cuándo empezó esa locura total, alienada alienante, dinero drenado, masa masificada?
Ahora, independiente de tragedias masivas que ha habido (Bruselas, India…) frente al previsible embotamiento de los sentidos y su consecuente miserable mundillo mercantil entre mercachifles in-misericordes, seguiré lubricando la lucidez lúdica.
valembois@ice.co.cr
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