Víctor Valembois: Claudio Gutiérrez, humanista y cosmopolita
R.I.P…. decodificado en español: “descanse en paz”, rector, colega, amigo: ¡más pensamiento, sí, y, por favor del tipo humanista cosmopolita. ¡Su siembra no fue en vano!
Víctor Valembois. Escritor y Catedrático universitario.
Extraño. Mi propio comentario en Semanario Universidad me dejó con hambre. Como complemento a lo anterior, sí, en esta nueva columna dominical sobre lo cosmopolita, van unas pinceladas sobre sendos aportes del maestro.
Primero, unos extractos de una conferencia titulada “No menos pensamiento: ¡más pensamiento!”. De 1967, mantiene gran peso todavía, como manifiesto, en contra de sectores retrógradas que procuraban serrucharle el piso a una mesa redonda del recordado Dr. Constantino Láscaris, en torno al marxismo.
Va el precepto defendido: la Universidad conciencia lúcida de la Patria. Cito: El orden social está edificado en parte sobre la ignorancia, el temor y el prejuicio. En cuanto combate esas lacras, la Universidad puede ser llamada revolucionaria. Amigos: “vino viejo…”, pero ¡a catar todavía!
Y qué me dicen de esa bomba contemporánea: La Universidad, es triste reconocerlo, no está cumpliendo plenamente su función de conciencia lúcida de la Patria. (¿Podemos afirmar lo contrario en el presente 2023? Lo dudo sinceramente; y lamento.
Porque ¿qué le parece, lector ese petardo: Si continuamos así, la cruzada anti pensamiento seguirá su curso y podrá acabar con las ideas en nuestro país. Es la misma estrategia aplicada en otras partes de nuestra América: de desprestigiar en forma sistemática a las instituciones serias para que el pueblo pierda la fe en ellas.

En seguida, comparto unas cuantas ideas del Prefacio, por el mismo Rector, respecto de su libro Ensayos sobre un nuevo humanismo, compendio todavía renovador e inspirador, ahora al inicio del nuevo año académico. Veamos el subtítulo: genes y memes en la era planetaria (EUNED, 2006). ¿Se puede conseguir todavía?
En primer lugar, el autor se define como un filósofo realista comprometido con el análisis racional y la fidelidad a la experiencia. Desde luego ha estudiado a fondo a los clásicos griegos, pero no se conforma a ser puro loro: sobre esa base… ¡construye! Propugna puentes entre materias, algo que yo -cofundador con Hilda Chen Apuy y otros- de uno de los primeros “Seminarios participativos” constato que falla grandemente ahora:
…una de las más grandes deficiencias que ocurren en la educación es el de no proponer directamente al estudiante la necesidad de establecer fuertes enlaces entre los distintos contenidos de la enseñanza. Gracias, Sr. Rector: por lo que constato, ¡muchos se limitan a ver -y por encimita nomás- un montón de nichos desperdigados, anónimos muchos!
No prevalece voluntad siquiera de observar que todas esas materias en el fondo tienen una raíz y un fin común: el enfoque humanista del ser humano ayer, hoy y mañana, en contra de una robotización inminente o ya en marcha en des-comunicación galopante.
Insiste mucho, el finado rector, en el papel activo del receptor, el educando: el lector puede pensar en las diversas colecciones [de su libro] como sendos castillos encantados desde cuyas distintas recámaras se deslizarán pasajes secretos a otras de ellas o a otras intrigantes fortalezas” (…) pero (…) las más importantes conclusiones de la obra corresponderá sacarlas al lector mismo. ¡Vale la pena re-editar el volumen!
Insiste, don Claudio, en el crucial papel del lenguaje, en todo aprendizaje: por ello, advierte, en la secuencia de sus ensayos: pasan de temas biológicos (¡abordados por él, profesor de “filosofía” desarrollando el papel del cerebro, elemento crucial entre la vida preponderantemente biológica!
Sobre ello, él observa diversos desarrollos culturales. Ojo a la cita textual: el elemento que da unidad a estas vertientes del ser humano es el algoritmo de selección natural (…) constantemente referido en toda la obra. Vaya, vaya: ¡humanismo profundo!
¡Vaya qué diferente la propuesta del filósofo fenecido, en comparación con la práctica de los profesores que están por empezar un nuevo año académico! ¿Soy pesimista?
Pues sí, dolorosamente: vivo con ojos abiertos. La integración, para empezar, implica estudio, dedicación y hasta un casi místico creer en ello, ¡como don Claudio!
Integrar perspectivas de materias diferentes y hasta divergentes implica tiempo y esfuerzo. Con nostalgia recuerdo nuestros semanales encuentros, entre los profesores de las tres materias “clásicas”, los viernes después de las cinco de la tarde. ¡Vaya que aprendimos todos y… pusimos en práctica los predicados integradores de don Claudio!
Ejemplo: en aplicación de lo que planteo el rector Gutiérrez, ¡cómo aprendí yo, el facilitador interpretativo de la novela indigenista “Hombres de maíz”! Me tocaba a mí, por ser el profe de la materia de “Comunicación y Lenguaje”.
R.I.P…. decodificado en español: “descanse en paz”, rector, colega, amigo: ¡más pensamiento, sí, y, por favor del tipo humanista cosmopolita. ¡Su siembra no fue en vano!
Comentarios