Víctor Valembois: Inglés de segunda, no, nuestra imprescindible segunda lengua
¡Políglotas del mundo, uníos en polifonía cosmopolita! Es cosa de razonamiento, estrategia práctica; para nada vender su alma al diablo.
Víctor Valembois. Escritor y Catedrático universitario.
Las estadísticas no mienten: el chino mandarín lo hablan más de mil millones de nativos; el hindi le sigue con más de la mitad: 615 millones de hablantes. muy lejos detrás van los que manejan el árabe como lengua de base, con unos 275 millones de almas, mayormente musulmanes.
Ah… pero reconfortados observamos: en tercer lugar va nuestro glorioso español, con no menos de 534 millones de cabezas pensantes. Estamos por perdonarles a los invasores iconoclastas iberos que “nos” sometieron, “nos” sojuzgaron como subalternos con una plétora de idiomas -no dialectos- indígenas que a duras penas subsisten: conviene estudiarlos, lo proclama el filólogo en mí, pero es puro romanticismo retrógrada buscar su resurgimiento.
¿Yo? Por suerte no tengo “acento francés de Francia”, pero la gente se agarra de mi primer apellido para declararme “francófono”. Me la juego, cómo no, en el macaroni de Molière y de Macron… pero ese es… mi idioma “paterno”. ¡Enorme ventanal cultural, pero … past tense, my dear! En términos geopolíticos, cada vez más lejos, el tiempo en que Metternich, canciller austríaco, en 1815 inauguró la conferencia post-napoleónica: “¿todos hablan francés, verdad?”
El panorama geopolítico ha cambiado. No es mi culpa ni soy anglófilo, menos de tipo yankee…, pueblo armado pero sin cultura. ¡Aquí defiendo que aparte de “nuestro” idioma oficial, único, aprendamos mínimo otro, y por contexto: el inglés! Por favor, abramos los ojos: debemos plegarnos a una realidad mundial: más de 7000 idiomas hay, … pero, sorry Perry, ¡salgamos de ese complejo nuestro del encierro-por-puritico-miedo!
Ahora bien, con sorpresa y cuatro gotas de tristeza leo un artículo en un reciente Semanario Universidad (11 de junio 22). Allí, Rogelio Cedeño Castro, sociólogo, con razón arremete contra una diputada (no se aclara el nombre) que propone el inglés como segunda lengua oficial por aquí. Tiene razón el colega de oponerse; daré razones congruentes:
Aquello, aparente panacea (una segunda lengua oficial) ha llevado a que en mi original pañuelito (Bélgica, aun más chica que Costa Rica) prevalecen tres idiomas estrictamente nacionales: es el caso también de Suiza, con tres; y de Canadá, con dos. ¡Un lío sería aplicar aquello por acá! En mi esquinita europea es de rigor que toda ley o reglamento ha de ser publicado en esos tres idiomas: ganan las imprentas, pero el gasto, el papeleo, se du-plica… o tri-plica.
Razonamiento de aldea también, el de mi colega, al proponer mondo y lirondo: “¿por qué no empezar proponiendo como segunda lengua oficial al kriol (sic) limonense (…) nos permitiría dar inicio a un fructífero intercambio entre los habitantes del Caribe costarricense (…)” ¡Válgame Dios, estoy de acuerdo con don Rogelio que nos urge “una nación más inclusive y menos etnocentrista”… pero discrepo en cuanto al tipo de inglés que propone.
Mire que otro inglés se ha tornado la lengua de intercambio por excelencia. Supongo y confío que el mandamás chino for the time being, en sus contactos exteriores maneja bien un Standard English como se debe….no otra variante del inglés, menos ese British deformado, cerca, de Hong Kong.
En ambos casos, el de la diputada aperturista a ultranza y el del colega localista a más no poder, observo que pecan por paralela falta de perspectiva. Por mi: ¡al bajarse los pantalones mejor depuesta, la primera!; y el segundo, perdone, lo habría detestado el gran José Martí (ver mi crónica anterior): ¡fue trilingüe, el gran cubano cosmopolita! Ruego rodando: ¡no caigamos en lo aldeano localista ni en ese “we are pure life” como magistralmente lo ilustra Amanda Nay Mar!
No se trata solo de una cuestión estadística: primero, no nos conformemos con medio balbucear (y peor escribir) nuestro idioma materno. ¡Seamos ciudadanos, intensamente sí, en Bagaces (¡entre balas, últimamente!) como en este San José con complejo de ombligo! Igual, por favor en esa Región Atlántica secularmente postergada…
Amigos: el mundo no se va a adaptar a nosotros, a nuestra escala, a nuestro rinconcito tropical. Polada perversa es pensar que vamos a perder identidad por hablar dos lenguas o más (y no “maomeno mae, uno más pior que el otro”: ¡con ahínco, decentemente, esforzándonos!
¡Políglotas del mundo, uníos en polifonía cosmopolita! Es cosa de razonamiento, estrategia práctica; para nada vender su alma al diablo.
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