Víctor Valembois: Memo-rable (sobre otro genial libro de Memo Barzuna)

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Víctor Valembois. Escritor y Catedrático universitario.

Guillermo Barzuna Pérez es…. ¡todo un caso! Forma parte, antes que nada, de una provechosa inmigración que lo dio algo de ímpetu internacional al localismo exacerbado que ha prevalecido y en gran parte continúa. “Aldeano” es vocablo de origen árabe, paralelo a “barrio”, en referencia a organización administrativa de ellos.

En cambio, desde José Martí, con su memorable escrito (“lo que queda de aldeano en nuestra América ha de desaparecer), adquirió un resabio racista y de atraso: por si las moscas, a la hora global, ¡cuidémonos de ese peligro!

En un estudio mío sobre “lo árabe en Costa Rica”, con cierta elasticidad terminológica incorporo a descendientes de libaneses quienes, sobre todo entre 1880 y 1922, vinieron a raíz de la desaparición del Imperio Turco-Otomán.

Diversos apellidos nos evocan gente trabajadora, profesionales, la mayoría: Abdala, Abdelnour, Abood, (El) Alam, Aued, Barguil, Barzuna, Beirute, Canavati, Chaktoura Chamoun, Dejuk, Dibb, Facuse, Farah, Fairén, Faerron, Fauaz (= victoria), Feris, Gazel, Haddadi, (H)alabi, Hándal, Jacobo, Jaikel, Jaiel, Jara, Karam, Maklouf, Marbis, Mekbel, Mereb, Nájera, Najjar, Nasralah Nasser, Nuhra, Saad, Sajem, Salom, Sauma, Sarquís, Sasa, Shadid (= “testigo”), Simón, Slon, Srur, Succar, Tabush, Yamuni, Yazbeck, Zaglul y otros más.

¡Vaya aporte provechoso!  Un tanto enclaustrados en nosotros mismos, desde la colonia nos ha caracterizado una tendencia a admirar nuestro ombligo (y mirar en menos a los vecinos). Sigamos viendo alrededor, abriendo puertas y ventanas a gente de valor.

Con su nuevo libro (“La ciudad habitada”, ed. Arlekín, 2022), mi colega Guillermo implícitamente nos enseña a valorar “espacios y decires de raigambre tradicional” en el terruño. ¿Muy localista, xenófobo y localista, el volumen?  ¡Pues solo en apariencia! Nos ayuda a ubicar tanta construcción y tanto uso verbal en el contexto hispano y en sus vínculos históricos, especialmente con Europa.

Los siete capítulos, en 135 páginas, se ven adornados con cantidad de ilustraciones. Los títulos respectivos orientan en cuanto a perspectivas abiertas cada vez: 1. “Rutas arquitectónicas”; 2. “Travesías patrimoniales”; 3. “Caminos de la bohemia y la noche josefina”;   4. “Paisajes de la nostalgia: los barrios tradicionales”;    5. “Entre el olvido y la resistencia”;   6. “Recorridos del lenguaje”;   7. “Correspondencias: contar y comer”.

¡Platillos sabrosos, cada uno!  De mi parte, aprecio y aplaudo el sendero semiológico, subrayando y sembrando, todo para estimular en el lector no el llanto por lo que ya se perdió, sino un aprecio sensible y motivador para conservar y proteger… hacia adelante.

En el colega, para nada prevalece nostalgia paralizante como la del poeta medieval Jorge Manrique a la muerte de su padre: cómo, a nuestro parescer/ cualquiera tiempo pasado/ fue mejor”. Esta postura, ¡imposible mantenerla en forma tan extrema! Álvaro Rojas Salazar ofrece un sentido prólogo calificando al autor como “culto y sensible” (XI). Ya lo creo. Pero discrepo con que detrás de aquello haya una visión nostálgica: recuperemos esas modalidades comunicativas… pero con visión prospectiva… o nos asfixiamos entre todos.

En la planificación urbana, en la edificación individual, en la escogencia de cada uno en particular y en grupos generacionales, hasta en el placer visual, verbal y gustativo, por supuesto deben prevalecer trazos principales y líneas evolutivas:

Con su exquisito sentir y vivir, Memo no adoctrina, sino sugiere, en línea con un devenir social, en una especie de ósmosis, más allá del común bagaje lingüístico y literario: ¡con pisada fuerte se mete hasta en senderos arquitectónicos de tipo patrimoniales: transmite e invita hacia una construcción comunitaria.

Contrariamente a una tendencia escolar y social permanente de cultivarnos un sentido insular, aislacionista, el trabajo nos abre la mente. Sin la menor contradicción, el volumen comentado se relaciona con mi permanente afán educativo de lo cosmopolita.  Avanti !

Gracias por sensibilizar a salir de la aldea separatista, asfixiante, hacia una inteligente inserción-sensibilización nuestra en el devenir de una pequeña parcela, sí, pero viviendo y aportando a escala planetaria.

Memo-rable. Preciosa en forma y fondo, esta investigación nos abre los ojos hacia una inteligente com-penetración: en arquitectura, cocina, lengua y demás tópicos abordados, somos parte de un mundo entrelazado y en evolución constante.

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