Víctor Valembois: Nuestra cultura, confrontada con lo árabe… (2)
Por favor, dejemos esa mentalidad aldeana, de barrio (¡otros dos arabismos en nuestro vocabulario corriente!): seamos ciudadanos del mundo, pensemos con cabeza cosmopolita: créanme, por favor: somos mucho más de ascendencia árabe que cabécar, bribri, etc. Todo, dicho con el mayor respeto por esos precolombinos.
Víctor Valembois. Escritor y Catedrático universitario.
Aquí vamos, como prometido. Fray Luís de León patentó al respecto una frase: “decíamos ayer”: fue que, en el siglo XVI, permaneció encarcelado durante cinco años… Judeoconverso, como Santa Teresa y tantos otros, resultó procesado por la inquisición española, ¡acusado de traducir a la lengua vulgar libros santos sin permiso! Al volver a su aula, como si nada, soltó eses dos palabritas que marcaron historia, también aquí.
Entonces, con licencia del colega, aprovechando aquí que las cabezas locales estén todavía medio extraviadas en Catar, sigo pelando la misma papa: la de influencia árabe en nuestra lengua y nuestro quehacer diario, sin querer queriendo… sin alaraca, ups: arabismo.
En crónica anterior, habíamos ya constatado cantidad de nombres y de apellidos que circulan por estos lares, curiosamente con ingrediente árabe aquí y ahora entre nosotros, lo queremos o no, revelando un componente vital en nuestra manera de pensar diario.
Pues de la mano de la colega y académica mexicana Concepción Company, postulo que, nos guste o no, mientras vemos fútbol en Catar, revelamos cuán fuerte resulta la influencia de una cultura que, ahora, sentimos como ajena y hasta repugnante… Error: pongamos “las barbas en remojo” (expresión, señores, que también adoptamos de arábigo suelo…)
Nuestra lengua “materna” como quien dice chupada de la rica teta de mamá, nos revela, aunque nos rebelemos: nuestro español, en vocabulario y estructura, nos viene grandemente de los romanos que durante siglo estuvieron dominando en la España de los abuelos. Sí…
Pero, y aquí viene un gran pero: entre los años 710 y 1614, ¡casi nuevo siglos! Nuestra cabecita estuvo moldeándose enormemente por la presencia de millones, sí: ha leído bien: millones de árabes y arabizados en la península ibérica: topónimos como Madrid, Valladolid, Ávila, Sevilla, etc… que ustedes lo crean o no… son de arábigo origen, así es: sin pedir permiso ni nada.
La colega citada afirma que casi cinco mil palabras, más o menos cotidianas, crudas o en sus derivados, han cruzado el Atlántico junto con Vásquez de Coronado y otros que crearon este país al que otros, no nosotros, llamaron desde entonces “Costa Rica”. Y seguimos.
¿No me creen? Pues aquí va una mini-muestra: cantidad de vocablos iniciando con “al-” los usamos a diario sin saber que, con la lecha materna, la tragamos en nuestro hablar de todos los días: como alforja, albañil, alcalde, alférez, y una montonera más de palabritas.
Pero también allí van términos como tarea, rincón, resma, limón, naranja, asesino y, repito, un “tanate” más de uso común y corriente no son “latinas”, sino así como suena: son árabes que ya consideramos de nuestra lengua materna.
La doctora citada nos ilustra incluso con casos curiosos: por ejemplo, nuestro alcázar, que ¿cómo adivinó? viene del latín castrum, por campamento o fortaleza. Pues bien: nuestros antepasados españoles, arabizados tantísimo tiempo, deformaron ese término… poniéndole el artículo “al” (ahora es “el”) delante y, maravilla: sale alcázar.
Así está ese arroz… ups… también arroz, la palabrita, es árabe, como azúcar, café, y esa catarata de otros casos. ¡Todo sin permiso! Y dale también con sorbete y sirope y otras cosillas: más que “indígenas” como la enseñanza corriente nos trata de inculcar, erróneamente, somos mucho más árabes que lo que imaginábamos.
Bueno, bueno… los dejo en Catar; disfruten el fútbol… pero no solo en el sofá (madre mía: otro arabismo, igual que diván). Seguiré dándole vuelta a esa misma sopita de ideas: el árabe fue una lengua de conquista, metiéndose de sopetón también aquí… por esa mentalidad heredada también… habrá toros sí: aquí, dentro de unas semanas…
Por favor, dejemos esa mentalidad aldeana, de barrio (¡otros dos arabismos en nuestro vocabulario corriente!): seamos ciudadanos del mundo, pensemos con cabeza cosmopolita: créanme, por favor: somos mucho más de ascendencia árabe que cabécar, bribri, etc. Todo, dicho con el mayor respeto por esos precolombinos.
No lo olvidemos: ese otro Garabito (¡no el indígena, sino el conquistador que llevaba antes ese nombre!) al entrar por aquí, en 1524, cuando Costa Rica como tal todavía no existía, nos marcó con un profundo sello arabizado, indeleble, nos guste o no. Y olé por hoy. Seguiré dando la lata con el mismo tema…
Comentarios