Victor Valembois: Pequeñas causas, grandes consecuencias

Víctor Valembois. valembois@ice.co.cr

Un tal París no era de allí. Era un príncipe troyano (ver detallitos y errorcillos en Vikipedia).  Fue el personaje personal de un episodio histórico, inventado como tantos, que se llama “El juicio de París”, nada menos, donde quedó en evidencia que el tal individuo no estaba muy surtido de juicio. ¡Menudo enredo del que todavía se acuerdan por allí a ratillos!

El suceso* que sucedió es que Paris fue nombrado juez para la elección de una especie de “Miss Universo” adelantadito, entre Juno, Minerva y Venus (en otra versión del cuento, las bellas, se llaman Atenea, Hera y Afrodita). Paris escogió a la última… y allí se armó la guerra de Troya, de las mayores catástrofes de la antigüedad. Las que no salieron favorecidas apelaron a los derechos humanos y a las izquierdas humanas.

Esa historia es tan moderna, que, bueno, detrás del tal concurso ya se estilaba el soborno, un empujoncito. Venus, que no era de aquel planeta, pero tenía los pies en esta tierra, se las agenció para ser elegida “Miss Olimpo”, no la de cualquier ropa interior, sino de cierto montículo por allí, en Grecia.

Total que con esa nimia se armó la gorda. Empezó nada menos que el primer capítulo de las guerras mundiales; todavía no terminan, para que vea. Hay que preocuparse por la paja en el ojito ajeno, el techo de vidrio en su propia casa y otros menudos detalles porque pueden traer grandes barullos.

 

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