Víctor Valembois. valembois@ice.co.cr
Pretendo primero postular, porsiaca, el poco portentoso, pusilánime prospecto que por de pronto programan los padres para las porciones de sus pequeños. Por eso se pueden presentar portentosos peligros de pasmoso porvenir. Pochetón el pequeño, les parece, pero por poco padece paludismo o peor.
Lo mismo pasa con las pociones: qué manía la de ciertas gentecillas que ni saben la diferencia entre estas y las porciones de un pastel. ¡Por Dios! Los pequeños no son embutidos. Un niño es un niño, no un adulto comprimido. Tiene su propio ritmo, su vida de crecimiento interno: enséñele con tesón, no con un tazón.
Un pote pavoroso puede parecer pertinente para el mamulón aquel, pero por favor a la población pediátrica se le atiende en paque-ticos, pa qué tantos. Hay cada progenitor, mamá sobre todo, que confunde cantidad con cariño*. Por favor: revise la dosis… en su cabecita. Puede ser que allí haya escasez.
La posología para personitas es por palito* no por paquete postal. ¡Pendejos! No probar postrar al pediatra: a paso ancho puede ser pasaporte para la perdición para Pamela. Pasadita de peso parece pozo de pan. ¡Paciencia Pedro Páramo!
Perdón, profe, porfa podría pero por pedacito pasar, pos no potis pescar. Paciencia padre por la Patria.
Total que las pociones son, casi, casi, como las lociones. Poquito porque es bendito (y carito).
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