Víctor Valembois. valembois@ice.co.cr
Precioso el último libro de Savater: este filósofo -por su nombre- tiene zapa-ticos* elegantes, con ese don del lenguaje; amarraditos además. Me gustó su Etica para Amador, conjunto de reflexiones para que el joven busque ancla, áncora: ni ética minimalista ni espiritualidad superficialita. Mengua el sentido de la jerarquía; sobra relativismo.
Don Fernando sorprende ahora con una “historia de la filosofía”. Calladito… le pone como subtítulo elocuente: “sin temor ni temblor” (título no sacado de alguna manga, sino inspiradito en Kierkegaard).
Su propósito confeso es quitar el miedillo a esa sabiduría un tanto abstracta, pero de la que todos ojalá tengamos rudimentos concretos…. ¿Para qué mi vida? (no es lo mismo lo que el otro le preguntó a su amorcito*: ¿para qué, mi vidita?) ¿Qué sentido tiene la última o penúltima estacioncilla que se llama muerte?
¿Causa a efecto? Quizá… ¿pero en qué dirección? El histórico temor de Dios causa temblor en el creyente (con o sin pandereta); pero igual, al revés, un temblor causa temor, hasta para timoratos. Total, que el diablillo de dos caritas*, Jano para más señitas*, pone una sonrisita de lado a lado: con la cara de atrasito y con la otra fachadita*.
Señala el sabio diccionario: un temblor remite a un bailecito de escasa intensidad. Bueno, depende de la hondura de la tembladera (especial para bajuras guanacastecas). Pero si es terremoto, hermanillo, mejor pienses en una constriccioncita. Y si de tsunami se trata, grandecito o pequeñillo, ni a tsu ni a mi nos preocupará: nos hace tris tras*. No contaremos ya en la peliculilla.
Pero a mí, me interesa más el temblor de la gacela ante el tigre al galope, o el por qué tu corazoncito de mujer tiembla más rapidito que el mío. También el orgasmo implica primero vencer totalmente el temor y luego atreverse, entregarse, a cierto temblor…
Pero esa, don Fernando, es otra historieta. Tómelo con bastantillo de filosofía de la suya.
Comentarios