Vladimir de la Cruz: Ante el cierre de la Prensa Libre

Cuando cierra un periódico es como si muriera una voz, de los que no tienen voz, una expresión de la sociedad, es un día de luto para la Prensa y el periodismo en general.

Vladimir de la CruzHistoriador y politólogo.

Respuesta de Vladimir de la Cruz, a la periodista Jessica Quesada, de Canal 6, el viernes 21  de agosto del 2020, con motivo del anuncio que se hizo de cierre definitivo del Periódico La Prensa Libre, en su edición digital,                                                                              

  • Jessica Quesada: Hace como cinco años vimos las últimas publicaciones impresas del Periódico La Prensa Libre, que luego siguió editándose digitalmente. Hoy la empresa del Diario Extra, y de la Prensa Libre, anuncia que dejarán de publicar la Prensa Libre, por motivos de costos financieros de su publicación, después de 131 años de existencia.

¿Desde el punto de vista suyo, cuál es el impacto en la Historia de nuestro país, en el campo de las comunicaciones, en la difusión y responsabilidad periodística, de lo que significó la Prensa Libre para nuestro país?

Sicultura – Cultura Cr

Vladimir de la Cruz: La Prensa Libre es un periódico más en la Historia del periodismo costarricense. Cuando se fundó la Prensa Libre allá por 1889 ya había prensa, y había habido prensa anterior a su publicación. En esa época ya había empezado a surgir el diarismo, prensa diaria, que se publicaba todos los días, desde 1886. De manera que La Prensa Libre vino a sumarse al conjunto de periódicos que ya habían.

En esa época, de manera muy curiosa quizá, hay que decirlo, se publicaban muchos periódicos diarios, el mismo día, en Costa Rica, solo que fueron periódicos de corta duración, excepto La Prensa Libre que logró sostenerse en el tiempo. Tampoco eran periódicos de un gran tiraje. Me parece que  el que más periódicos tiraba era de unos 500 ejemplares diarios.

La Costa Rica de esa época no era de un alto número de alfabetas. Al contrario, el analfabetismo rondaba el 90% de la población, con muchos periódicos.  Pero, existía en esa época una práctica de Lecturas, que se hacía en talleres de trabajo, de artesanos y de trabajadores, de zapateros, panaderos etc., en la cual los trabajadores contrataban a una persona para que les leyera mientras ellos realizaban sus trabajos o tareas. Este tipo de Lecturas fue muy típico en el Caribe y en México.

Este tipo de actividades permitían que los trabajadores, mientras laboraban, oían lo que les leían de periódicos, de revistas, artículos, libros y sobre ellos discutían o intercambiaban opiniones. Así también se informaban, discutían, opinaban, se formaban y desarrollaban cultura.

Así, podían haber personas analfabetas pero informadas, y con cierto grado de cultura, resultado, de estas Lecturas de revistas, de artículos, de libros o de periódicos y de las discusiones colectivas que se provocaban. Con las Lecturas adquirían el conocimiento suficiente y la discusión les enriquecía mucho. Costa Rica se desarrolla en esa época con prácticas y estas condiciones.

En 1890 Costa Rica mejora sus comunicaciones con el mundo, porque ese año se establece, o llega, el Cable Submarino a Limón, que ya se había convertido en un gran centro industrial, por el ferrocarril, por los talleres de mantenimiento del ferrocarril en la ciudad de Limón, por la construcción del Tajamar que se termina de hacer ese año, por las actividades que las exportaciones producían en el Puerto, y por el atraque de buques de pasajeros y para exportar bananos o café y otras mercancías. Limón era un centro de desarrollo muy importante.

Por medio del Cable Submarino se transmitían noticias. De allí se trasladaban a San José.

Antes del Cable Submarino, en Limón, las noticias llegaban por el Cable Submarino que estaba en San Juan de Sur, de Nicaragua, y de allí se trasladaban a San José.

Antes del Cable Submarino de Limón, las noticias internacionales que se publicaban, en San José, a veces tenían un atraso de varias semanas o de meses, porque se trasladaban por vía terrestre, con las dificultades de la época. Mientras que por Limón se traían por tren a San José.

Con el Cable Submarino se aceleró la información y el conocimiento de noticias. Y, avanzamos notablemente en este sentido de las comunicaciones internacionales. Nos integramos mejor al mundo en ese momento. Por ejemplo, de las huelgas de Chicago, de 1886, que dieron origen al Primero de Mayo, como día internacional de los trabajadores, y a la Jornada de Trabajo de Ocho horas, se informaba con dos días de haber sucedido las mismas, o los sucesos alrededor de ellas.

Cuando se funda el periódico La Prensa Libre, en 1889, hay en el país una crisis política institucional, con motivo de las elecciones que se estaban celebrando, de las que se interpretó que el Gobierno quería alterar sus resultados, lo que provocó enormes movilizaciones de trabajadores, especialmente, campesinos, de gentes y de mujeres en esos días, para evitar el posible fraude electoral.

Esos sucesos del 7 de noviembre de 1889 dieron origen a la fecha que se celebra como fundamento de la Democracia nacional. La participación de las mujeres en estas luchas dio motivo para que el Presidente José Joaquín Rodríguez hablara de que había que “reconocer” el voto de las mujeres. El era partidario del sufragio femenino, situación que no logró, pero sí lo señaló. Un año después, en 1890, murió Pancha Carrasco, nuestra Heroína Nacional, que fue enterrada con los máximos honores que se podían dar en un sepelio  a un militar, y probablemente, Pancha Carrasco, en sus últimos meses de vida, participó en esas luchas porque era una mujer de luchas.

A partir de aquí surge La Prensa Libre. El rasgo más distintivo y más importante de La Prensa Libre es que desde esa época, desde ese momento, va a ser un periódico continuo, el único que ha llegado a tener 131 años de existencia. No va a tener los avatares de cierres. Va a ser permanente. Esa es su fuerza institucional. Por eso se convierte en lo que se le ha llamado El Decano de la Prensa Costarricense, porque primero de su cierre impreso y ahora de su cierre en su edición digital, después de haber estado cinco en esta forma.

Lamentablemente la situación económica del país, y la que la Pandemia del Coronavirus ha impuesto, tanto a las personas como a las empresas, conduce a la decisión de la Empresa de La Extra a cerrar este periódico.

Cuando cierra un periódico es como si muriera una voz, una voz de los que no tienen voz, porque el periódico al mismo tiempo es la expresión de la sociedad, del mundo social, del mundo político, del mundo económico, del mundo cultural y deportivo, del mundo empresarial, que de una u otra manera se hace sentir, hace ver sus puntos de vista. Y, al mismo tiempo, la sociedad en su conjunto y el pueblo, representado por periodistas y comunicadores, expresan justamente un análisis de esa realidad.

Nadie puede alegrarse de que se cierre un periódico. Es un día de luto para la Prensa, es un día de luto para el periodismo en general. Es un día de luto para la conciencia nacional cuando se cierran espacios de opinión pública, sobre todo cuando le damos el valor importante a la Prensa de ser un baluarte de control político, y de ejercicio de libertades públicas.

Esta Libertad de Prensa y este control político lo había establecido, en su tiempo, el gran Jefe de Estado y Presidente que fue el Dr. José María Castro Madriz, quien le asignaba justamente a la Prensa ese valor extraordinario de ser una entidad crítica. Para el Dr. José María Castro Madriz era mejor tener una prensa crítica que no tenerla. En este sentido es duro calificar la pérdida de un medio de comunicación, de un periódico, que como La Prensa Libre, que es el que más huella ha dejado en el surco de la información pública nacional.

A mi tocó vivir desde joven, digámoslo de esa manera, con La Prensa Libre. Desde joven conocí La Prensa Libre en su edición vespertina. En mi casa se leía mucho. Mi madre era una gran lectora, de libros y de periódicos. También escuchaba los programas de noticias y de información política en la radio, y de debates políticos por radio cuando los había. Aprendí, de esa manera, a leer periódicos matutinos, pero La Prensa Libre era editada por la tarde, y yo la iba a buscar para la lectura mía y de mi madre, que le gustaba ver este periódico. La característica con que se veía a La Prensa Libre era justamente esa, que era el periódico de la tarde, y que se buscaba para ver el complemento de lo que se informaba por la mañana. Provocaba una gran ansiedad ir a buscar La Prensa Libre, porque era como un pastel nuevo de noticias.

Desde el punto de vista estudiantil, universitario, La Prensa Libre contribuyó también, para hacer una vez al año, durante los años sesentas y parte de los setentas, un ejemplar que se llamaba La Prensa Leve, con el mismo formato de  La Prensa Libre. Costaba distinguir de repente uno de otro. Y el periódico de los estudiantes era crítico en todo sentido, tremendo, irreverente, y jocoso, por lo que tenía un gran impacto en la vida nacional cuando salía publicado. De manera que en este campo contribuyó y jugó su papel La Prensa Libre.

Para el día de los muertos, o de los difuntos, La Prensa Libre se destacó por el Suplemento especial que preparaba para ese día con esquelas, con noticias de los fallecidos importantes del año, del campo nacional e internacional. Este Suplemento impreso lo ha mantenido el Diario La Extra.

La Prensa Libre también fue una escuela de formación de periodistas. Antes de que surgieran la Escuela de periodismo, o de Comunicación Colectiva, de la Universidad de Costa Rica, y el Colegio de Periodistas, como las otras escuelas de comunicación de las universidades privadas, los periódicos eran centros de educación y de formación de periodistas.

Las características que tenían los periodistas de aquellos años, cuando no había academia periodística, era que poseían cultura general, cultura histórica y la cultura específica, precisa y particular del área que iban a cubrir les imponía. Si cubrían Asamblea Legislativa eran periodistas que se las sabían todas, conocían la Historia de la Asamblea Legislativa, de los diputados que estaban en ese momento y de los que habían pasado por allí, manejaban con propiedad los temas de debates que se tenían, sabían de los partidos políticos y sus estructuras partidarias que estaban allí representados, sabían de las luchas políticas. Entonces era muy rico ver el informe periodístico de estos periodistas, y formadores de opinión de esos años.

Por otro lado la prensa jugaba un papel importante de debate político, más lo tuvo antes de 1948, que después, pero se abría al debate político que hoy no lo tiene. La Prensa en aquella época servía y abría sus páginas para que distintos actores del acontecer político pudieran opinar y alrededor de sus opiniones se hacían debates que se sostenían en el tiempo. Esta es una cuestión que se ha perdido mucho en la prensa nacional. No hay debate, no hay discusión importante. Hay opiniones que se expresan, muchas veces sesgadas, cortadas o limitadas en algunas de sus expresiones. Tampoco existe el debate intencionalmente provocado, que era muy frecuente en el periodo anterior a 1948.

La Prensa Libre tuvo muy buenos periodistas. Recuerdo dos en este momento, José Antonio Zavaleta y Yehudi Monestel. Ambos muy cultos. A Yehudí lo he tratado más, Miembro de la Academia de Historia y Geografía. José Antonio Zavaleta era el padre de amigos míos de adolescencia, que vivíamos en casas contiguas, hombre muy culto. Así lo recuerdo siendo yo un adolescente. Eran gente culta, abiertos, y La Prensa Libre permitía expresar opiniones aún en períodos difíciles de nuestra Historia, donde había cierta represión nacional, sobre todo después de 1948. Recuerdo a la Prensa Libre como un espacio de libertad.

Yo conocí a La Prensa Libre cuando se editaba usando el linotipos. Los linotipos eran máquinas grandes, como una máquina de escribir grande, que iba produciendo las letras en plomo. Pude ver como trabajaban y montaban las páginas, letra por letra, haciendo las frases,  colocándolas en unas cajas, que correspondían a las páginas, donde llegaban los periodistas, y otros trabajadores, a revisar una por una para ver si habían faltas de ortografía que corregir. Pero, lo más sorprende de aquello era que esas páginas, con linotipos, se montaban con las letras a la inversa, y los periodistas se hacían diestros para leer de esa manera. Era impresionante ver a periodistas revisando sus artículos en aquellas condiciones.

Cuando incursioné en la Política Mayor, cuando fui candidato a la Presidencia de la República, entre 1998 y el 2006, me metí de lleno a ver toda la prensa escrita, y quedé acostumbrado a ello, y pude apreciar que La Prensa Libre daba mejor información general y política para mis intereses de lo que brindaban los otros periódicos. En lo particular el formato de La Prensa libre impresa a mi me gustaba.

Cuando fallece un periódico, como La Prensa Libre, para ponerlo en esta perspectiva, sentimos que se ha truncado ligeramente esa Libertad que ese periódico ofrecía a los costarricenses. Pero quedan otros periódicos y otros medios, como ustedes, que permiten a los ciudadanos estar bien informados, lograr formarse bien, formar opinión y tener mejor capacidad para tomar decisiones en los eventos que el país nos impone.


Vladimir de la Cruz

Político, historiador, profesor universitario y ex embajador de Costa Rica en Venezuela. Escribe para varios medios de comunicación. Fue candidato presidencial del partido izquierdista Fuerza Democrática en tres ocasiones.

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